1. Por sabido es que el pan de trigo es un alimento traído de España pero no en los tiempos iniciales de la infausta invasión colonialista europea.
La documentación anterior a 1579 registra que los españoles para alimentarse durante sus exterminadoras expediciones de reconocimiento del territorio venezolano, asaltaban los pueblos indígenas despojándolos del maíz y del cazabe que éstos elaboraban para su sustento, y en el mejor de los casos, obligaban a mujeres indias a confeccionarles las arepas.
De uno de los más antiguos ocupantes de territorio larense, en El Tocuyo, de un florentino llamado Galeotto Cey, es este testimonio de 1545:
“Cada 15 días se necesitaba ir a robar, de modo que se consumieron infinitas herraduras y clavos y se gastaron muchos caballos en cargarlos de maíz por aquellas montañas, donde no se encontraba otro bien entre los indios…”
Una relación geográfica elaborada por los alcaldes de Nueva Segovia en 1579, da cuenta de que en esta jurisdicción el trigo era poco el que se cogía.
2. Para 1609 se elaboraba un tipo de pan que llamaban bizcocho, porque se hacía sin levadura y se cocía dos veces a fin de darle durabilidad porque era el pan que llevaban como bastimento los soldados españoles en sus incursiones contra los pueblos indígenas, en especial cuando estos se rebelaban en armas.
3. En 1720, Pedro José Olavarriaga, un empleado de la tristemente famosa Compañía Guipuzcoana, registró que en El Tocuyo se producía harina y que la de Trujillo sólo se repartía en dicha provincia; en 1755 se registra, en un alinderamiento, como hito ejidal al sur del río Turbio, los vestigios de un molino, que debió ser para beneficiar trigo, perteneciente a Juan de Mora; y en 1764, otro empleado, José Luis Cisneros, de la Guipuzcoana, escribió que en El Tocuyo “se siembra trigo que lo produce el terreno en abundancia” y que en Trujillo “se coge mucho trigo”.
4. Sin saberse desde cuándo se establecieron formalmente panaderías en Barquisimeto, en 1832, la ordenanza de impuestos municipales disponía en su artículo 20 que los dueños de panaderías pagarían cuatro pesos anuales en Barquisimeto, en las cabeceras de Cantón y en Cabudare mientras que las demás parroquias, pagarían tres pesos.
Este impuesto no se contempla en posteriores ordenanzas pero en la de 1834, y siguientes, se fechaba la fabricación de harina, impuesto que sufrió aumentos en algunos años.
5. Hacia 1877 se documenta la existencia en Barquisimeto de un ciudadano francés llamado Francois Baget, que fabricaba pan de trigo y el Concejo Municipal en consideración de la importancia de este trabajo y el producto del mismo, lo exoneró del pago de impuestos.
Pienso que con este panadero, desde esta época, empezó a designarse “francés” al pan que se conoce actualmente con ese nombre; más aun, el pan llamado canilla, se le conoce por el otro nombre de “bayé”, justamente derivado del apellido de su creador, Francois Baget, desconocido francés que tiempos de Guzmán Blanco se estableció en Barquisimeto y dio origen a estos dos tipos de pan: el “francés” y el “canilla, o, bayé”.
6. Hacia fines del siglo XIX, en una fecha que la fuente no precisa, existió en Barquisimeto una panadería de nombre “El Progreso”, propiedad de un ciudadano de nacionalidad italiana llamado Andrés Gioia; en esta panadería, situada en la calle Libertador (ahora carrera 19) frente a las oficinas del diario “Eco Industrial” (1896 – 1931), donde se fabricaban pastas italianas además de pan y de éste, uno dulce llamado “San Joaquín”.
El carácter dulce de este pan y el nombre, sugieren la posibilidad que la famosa panela seca o bizcochuelo crocante, que se vende en la población de ese mismo nombre del Estado Carabobo, se relacione con este pan dulce que confeccionaba Gioia. ¿Es el mismo pan? ¿Trajo la idea de allá o alguien la tomó y llevó a aquella población carabobeña donde se hizo marca gastronómica y de su folclore?
7. Gioia tuvo un vendedor ambulante que recorría las calles de la ciudad desde muy temprano montando un burrito cargado con dos barriles livianos llenos con pan de diferentes tipos que se elaboraban en la panadería “El Progreso”. Este vendedor tenía el nombre de Simón Cataldi y anunciaba su apetitosa mercadería tocando un cacho, que las señoras amas de casa o mujeres de servicio, al oírlo, salían a adquirir el pan para el acompañamiento de los platos de la alimentación regular o para la merienda de niños y adultos.
Caminito que un día El pan “francés” no es francés sino barquisimetano
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