El cálculo que el presidente Nicolás Maduro hiciera sobre cómo la inflación debía comportarse ante la aplicación de las medidas económicas tomadas en el mes de noviembre, de manera que este indicador se ubicara en “menos cinco por ciento, independientemente del tecnicismo con el que trabaje el Banco Central de Venezuela”, puede ser considerado como un mensaje impregnado de astucia política e ignorancia en materia económica por parte del primer mandatario nacional, en cuanto a la forma cómo se maneja el cálculo de los indicadores en el principal banco del país.
Para el especialista, la entidad bancaria se sume en un compromiso sumamente serio entre tratar de “mostrar las cifras de la forma más positiva posible”, para complacer la exigencia de un factor político que nada tiene que ver con las estimaciones técnicas que se hacen sobre la inflación, y la información que debe dar al país.
“En estos momentos, el Banco Central de Venezuela se debate entre la credibilidad que siempre a demostrado y la manipulación de las cifras, a partir de las cuales podría generarse un descrédito que no se merece un organismo de esta naturaleza”, dijo.
La tasa de inflación de noviembre, explica el economista, debería ubicarse entre 3% y 4%, un comportamiento no muy distinto al observado en el mes de octubre, debido a que los electrodomésticos tienen el menor peso económico (de apenas 3% en el mercado nacional) por no ser productos adquiridos con la mayor frecuencia por parte de los ciudadanos, en contraste con los alimentos, por ejemplo, que ocupan el 44% del mercado.
Álvarez ratificó su juicio sobre el carácter netamente político que tuvieron las medidas de fiscalización de comercios y expropiación de empresas, bajo la obligatoriedad de que fueran disminuidos los precios de sus productos, de cara a las recientes elecciones municipales, las cuales en su momento significaron beneficios políticos al Gobierno nacional.
Cuentas incompletas
Aunque reconoce la seriedad y compromiso del Banco Central de Venezuela en la presentación de las cifras de las cuentas macroeconómicas, Álvarez señaló que algunos de estos no se presentan de la forma en que realmente deberían ser mostrados al país, llevando a la posibilidad de generar desconfianza entre los ciudadanos.
Entre los indicadores que presentan la menor claridad en su información, el economista destaca el Producto Interno Bruto, que se reduce a cifras porcentuales y comparativas de manera general para todo el país sin ser desglosados por estado.
“Nadie sabe cuánto fue el Producto Interno Bruto del estado Lara en el pasado mes de noviembre, por ejemplo, y eso es una falla de las estadísticas económicas nacionales de las que adolece el BCV”, explicó.
El PIB tampoco es dividido por sectores y subsectores de la economía, sino resumido en un gran total que muy poco informa.
Esta problemática también se extiende a la balanza de pagos y la tasa de inflación, la cual se publicada solamente en promedio, indicando apenas el crecimiento de los precios en general de una determinada economía, sin especificar la inflación de los sectores y subsectores que componen los factores de cálculo de la inflación general.
Fue apenas hace unos años cuando el BCV se aplicó en la publicación de indicadores en los sectores, como los alimentos, para demostrar que en este rubro la inflación podía facilmente superar el promedio.
Sin embargo, Álvarez acotó que otro problema es que los cálculos se realizan con base en encuestas realizadas por los técnicos del BCV en locales de Mercal y los abastos bolivarianos, mientras que en los abastos privados se limitan a consultar a los proveedores por el precio de los productos regulados y con respecto a estos se hacen las mediciones.