Próxima estación: 2015

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El chavismo entró en una zona turbulenta y riesgosa desde el 8 de diciembre de 2012. Eran mayoría, pero sin la presencia de Chávez no se sabía que ocurriría. Si lo seguiría siendo, si había capacidad para asumir el poder que la nueva dirigencia iba a tener en sus manos. Algunos llegaron a pensar que el chavismo era un episodio efímero, que nacía y moría con su creador. Otros afirmaban que el gobierno de Nicolás Maduro no se sostendría ni llegaría a finales de este 2013. Bajo esas premisas se estimaba que una debacle electoral del Psuv era inminente, y que ésta conduciría a la subsiguiente eyección del Presidente de Miraflores, por la vía de la exigencia de su renuncia y de una “primavera árabe”, a la venezolana.
Bajo esas falsas premisas los partidos de oposición elaboraron la estrategia del plebiscito. Los hechos han mostrado cuán errados estaban. Errados, porque no se puede desconocer que el chavismo es una realidad, un movimiento que se sostiene en un modelo cultural y económico de alta penetración. Cuenta además con una alta presencia en las instituciones del país. No es, por lo tanto, el simple reconocimiento o veneración de un líder. Y también error de cálculo, porque se ha subestimado el respaldo electoral con que cuenta. Todo sugiere que si estas elecciones municipales hubiesen sido un referendo revocatorio, las  hubiese ganado Maduro.
Aunque las elecciones municipales en ningún momento debieron ser consideradas como un plebiscito, sí han servido para tomar el pulso de la situación política. El tensiómetro nos indica que no ha habido una alteración sustancial de la correlación de fuerzas de los últimos años, aun cuando vale señalar una erosión porcentual del voto opositor en relación a los últimos comicios del 14 de abril. Ahora la distancia entre las dos fuerzas no es tan estrecha y el chavismo se coloca a unos diez puntos de distancia por encima de su contendor.
Sin embargo, la situación se caracteriza tanto por la clara mayoría que detenta el Gobierno como por la existencia de una oposición con una alta y consistente votación. El chavismo ha ganado con holgura el voto nacional (5.818.083 votos obtuvo el Psuv y partidos aliados)  y ha conquistado un 72% de las alcaldías, incluyendo quince capitales de estado. La oposición conserva el promedio porcentual de su nivel histórico tradicional, por encima de 40%, al obtener 4.671.870, y se ha ratificado su fortaleza en importantes centros urbanos.
Este pulso puede prolongarse por muchísimos años. Ni los sectores populares parecen prestos a pasar masivamente del lado de la Mud, ni las clases medias han logrado ser conquistadas por el Gran Polo. El tensiómetro electoral tomará el pulso de nuevo en 2015. Para entonces, todo dependerá del desempeño de quienes detentan posiciones de gobierno y del trabajo político de las organizaciones partidistas.

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