¿Perdió la MUD las elecciones del 8 de diciembre?

Elaborar un análisis sobre las pasadas elecciones municipales resulta muy complejo, por cuanto el contexto político en el que ocurrieron constituye un factor fundamental para entender los resultados y por ende descartamos el análisis meramente cuantitativo que se pretende hacer en torno a la cantidad de votos, número de Alcaldías y Concejos Municipales ganados por ambos bloques.
Si nos detenemos a analizar el contexto, destacamos, en primer lugar, que estas elecciones no fueron unas elecciones libres: se dieron bajo un clima de creciente autoritarismo y persecución a la disidencia. Por otra parte, la censura y autocensura de los medios televisivos y radioeléctricos se evidenció como nunca antes, al punto de que no sólo invisibilizaron a Henrique Capriles, sino a todos los candidatos de la alternativa democrática, quienes prácticamente no tuvieron tribuna para difundir su mensaje. Incluso el día de la elección, los operativos electorales, que hasta hace muy poco contenían  información relevante, análisis y entrevistas a candidatos y actores involucrados, se convirtieron en una narración monocorde de la votación de candidatos y dirigentes del PSUV en los comicios.
De igual manera, durante la campaña, el empleo de recursos financieros, medios e instituciones del Estado no tuvieron precedentes. Todos fuimos testigos de cómo los candidatos del PSUV entregaban viviendas e inauguraban obras junto a las autoridades locales, sin un pronunciamiento de la autoridad electoral sancionando tales desafueros. Por primera vez el CNE no realizó una campaña institucional para informar sobre las características del proceso y mucho menos para incentivar el voto. Peor aún, el CNE eximió al PSUV del cumplimiento  de la Ley Orgánica de Procesos Electorales, produciendo un desbalance aún mayor en la campaña.
En este marco, sorprende que numerosos analistas y dirigentes (incluyendo algunos que pertenecen a las filas de la oposición) sostengan que la baja participación electoral y los resultados obtenidos por la alternativa democrática expresan el fracaso de la unidad y su liderazgo. Esto carece de veracidad, porque como explicamos antes, el contexto en el que se desarrolló la contienda no fue el más propicio para que se expresara libremente la voluntad popular. La unidad, si bien fracasó en su apuesta por darle a la consulta una connotación plebiscitaria, logró recuperar importantes capitales de estado y municipios donde no había tenido presencia durante estos quince años. Varios municipios se perdieron por diferencias mínimas, motivadas por divisiones y por candidatos que no generaron entusiasmo y consenso.
Es verdad que se pudo haber hecho más, pero es conveniente mirar los resultados con objetividad y no comprar la idea que pretende imponer la hegemonía comunicacional del gobierno, de que el PSUV obtuvo una gran victoria. Los logros de la unidad son muy importantes y por ende se debe perseverar en una mayor inclusión de organizaciones sociales y políticas distintas a los partidos políticos. El resultado en votos y el nivel de abstención nos habla de que el gobierno a pesar de su poder político y económico avasallante es hoy la minoría más importante del país.
Sin embargo, a pesar de este balance favorable, es necesario advertir que la sociedad democrática debe prepararse para una arremetida más feroz por parte del gobierno que se traducirá en el corto plazo en mayores restricciones a las libertades políticas y económicas y a la continuidad del proceso de criminalización de la actividad político – partidista. Por lo pronto, la realidad ha invalidado la idea de convocar a una asamblea constituyente o un referéndum revocatorio a mediano plazo, lo que quiere decir que este camino que se abre hoy estará lleno de no pocas dificultades para la recuperación de la democracia.