El papa Francisco afirmó el sábado que la Curia no debe ser «una pesada aduana burocrática, controladora e inquisidora» ni un lugar de «chácharas», en su primer discurso a los miembros de este organismo, gobierno de la Iglesia.
«Cuando la actitud no es de servicio a las iglesias particulares y a sus obispos, crece entonces la estructura de la Curia como una pesada aduana burocrática, controladora e inquisidora» denunció el papa argentino, criticando así las actitudes de condena y control, más que de perdón y apertura a las diversas iglesias locales.
En este muy esperado discurso en la gran sala Clementina del Palacio Pontificio, Francisco no aludió –como su predecesor Benedicto XVI en su primer discurso a la Curia en 2005– a los problemas de la iglesia en los cinco continentes, sus orientaciones doctrinales y los desafíos a los que se enfrenta en la sociedad contemporánea.
Fue, en cambio, un discurso sobre el perfil que debe tener el integrante de la Curia, recientemente afectada por escándalos (corrupción, escándalos sexuales, traiciones), y que Francisco desea reformar profundamente con una comisión de ocho cardenales.
«La santidad en la Curia significa también hacer objeción de conciencia a las habladurías. Nosotros insistimos mucho en el valor de la objeción de conciencia, pero tal vez deberíamos ejercerla también para oponernos a una ley no escrita de nuestros ambientes, que por desgracia es el de la cháchara», afirmó el Papa, un año después del escándalo de la fuga de documentos confidenciales, conocido como «Vatileaks».
«La cháchara daña la calidad de las personas, del trabajo y del ambiente»aseguró Francisco, en otro de sus frecuentes alegatos contra la frivolidad, desde que fuera elegido pontífice en marzo pasado.
«Nos puede venir bien meditar sobre el papel de San José, tan callado y tan necesario al lado de la Virgen María» aseguró Francisco.
Sin realizar críticas específicas, el papa citó las «características» que a su entender debe tener el integrante de la Curia, que agrupa a unas 2.000 personas, entre laicos y religiosos. Ante todo, «profesionalidad, que significa competencia, estudio, actualización… Es un requisito fundamental para trabajar en la Curia» afirmó.
«Cuando no hay profesionalidad –prosiguió- lentamente se va resbalando hacia el área de la mediocridad» y «los expedientes se convierten en informes de +cliché+».
Francisco destacó la vocación de «servicio» a la iglesia como otra característica, y añadió además la de «santidad», que a su entender implica entre otras cosas «humildad profunda» y «caridad fraterna en las relaciones con los colegas».
Foto: Reuters