La presidenta electa de Chile, la socialista Michelle Bachelet, asumirá el poder en 2014 enfrentada al desafío de recomponer los lazos diplomáticos con las naciones sudamericanas, de cuyos gobiernos ya recibió señales de acercamiento.
“Estoy segura de que mi gobierno y el de Bachelet profundizarán aún más las relaciones entre nuestros países. Brasil y Chile tienen mucho que cooperar”, dijo por ejemplo la presidenta Dilma Rousseff.
La mandataria brasileña, quien jamás concretó una visita oficial a Santiago durante el actual gobierno conservador de Sebastián Piñera, deslizó así el interés por reconstruir los vínculos con Santiago, luego de que la opositora Bachelet asuma el poder en marzo de 2014.
Brasil y Chile, aliados tradicionales en la región, enfriaron sus lazos luego que Piñera favoreciera una estrategia de acercamiento comercial con la Alianza del Pacífico, abriendo puertas a la influencia de México en Sudamérica.
Durante la campaña, Bachelet cuestionó el énfasis mercantil adoptado por su país en su política exterior, anticipando un enfoque más político en sus decisiones a nivel de Cancillería.
“La victoria del pueblo chileno fortalece la unión de la región suramericana, latinoamericana y caribeña, garantizando la continuidad de la construcción de la patria grande”, apuntó en tanto la diplomacia venezolana.
“La victoria del pueblo chileno fortalece la unión de la región suramericana, latinoamericana y caribeña, garantizando la continuidad de la construcción de la patria grande”.
“Qué gran futuro se avecina con ella”, agregó el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, en un giro al tenor de las últimas declaraciones entre Quito y Santiago.
También preocupan a Bachelet por cierto los litigios fronterizos que el país mantiene con el Perú y Bolivia en la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ). Hoy habló ya del tema y auguró “continuidad” en la política exterior chilena.
Para el analista internacional Raúl Söhr hay una evidente “muestra de aislamiento regional” de Chile, debido a los énfasis económicos puestos por Piñera en su agenda internacional, los que relegaron a segundo plano lo político.
Bachelet, bajo cuyo mandato (2014-2018) Chile será miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, tendrá por tanto como desafío mejorar los lazos con la región.
Otro punto es recuperar la influencia multilateral del país, que hasta hasta hace un año mantenía la dirección simultánea de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización de Estados Americanos (OEA) y ONU-Mujer, una posición especial en el sistema multilateral para una nación de sólo 17 millones de habitantes.
El ex ministro de Defensa José Goñi, otrora militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, asoma en los medios como la carta más segura para asumir como canciller, dada su cercanía con Bachelet. Otro nombre es el de Juan Somavía, ex director mundial de la OIT.
Quien asuma deberá observar estos temas, pero también las tensiones al interior de Relaciones Exteriores, ministerio donde conviven diplomáticos que ingresaron al servicio en dictadura con otros que lo hicieron en democracia.
Dos facciones que a través de los medios ya deslizaron sus disputas y estrategias, algo inusual en el sistema de política exterior chileno.