Es una situación social compleja repetida en Venezuela y Barquisimeto es una de esas regiones donde crece cada día la informalidad en sus calles.
La solución a este modo de llevar a cabo una actividad comercial en el país no se consigue sino mediante la constitución de un equipo multidisciplinario de ideas que confluyan tanto en el poder municipal, poder estadal como en la sociedad organizada, fundamentadas en las ordenanzas municipales en función de adecentar la ciudad para devolverle espacios libres a las personas que se encuentran ajenas al buhonerismo, siempre y cuando las autoridades apliquen la norma establecida en esta materia.
Durante el año es imposible observar las calles del centro de la capital larense despejadas de vendedores en aceras, peor aún, algunos de ellos ocupando el canal lento exclusivo para el desplazamiento de vehículos.
Carritos, triciclos, carretillas, animes gigantes, mesones, carros de perros calientes y de cachapas, toldos para alquileres de teléfonos, relojeros y zapateros con sus respectivas cajas de herramientas, entre otros elementos, perturban la urbanidad y anarquizan la ciudad.
Pero es en el último trimestre del año cuando se intensifica la proliferación de tarantines, principalmente en el bulevar de la 20, eje vial concebido para que las personas lo caminen con total tranquilidad y sin obstáculo alguno, objetivo que hoy no se cumple porque dicha calle está abarrotada de vendedores por la temporada decembrina.
Cuando estas personas son abordadas respecto al por qué se incorporan a esta actividad, lo primero que alegan es el derecho al trabajo. “Debemos mantener a una familia”, explicaron.
Pero la ley establece que los derechos de unos no pueden estar por encima de los derechos de los demás, es decir, la forma de ganarse la vida un buhonero no le da derecho a quitarle espacios a quienes utilizan la calle.
Entonces, es aquí que se hace indispensable la intervención del Estado a través de los órganos de la administración pública para poner orden y para darle cabal cumplimiento a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en cuanto facilitar los medios idóneos a estos ciudadanos y ciudadanas para que formen parte del empleo digno que los saque del castigo de estar a la intemperie, bajo el sol, el agua y la lluvia.
Es una tarea que debe comenzar desde la voluntad de los gobernantes, con una profundo sensibilidad social para reconocer que los buhoneros son personas que necesitan mucho apoyo para que avancen y se consoliden dentro del comercio formal, lo cual garantiza al Estado mayores ingresos por concepto del cobro de impuestos.