Sabaneta de Barinas, 2 pm. En más de una década no se ha hecho ni marcha ni concentración opositora en este pueblo.
Nos informan que “unos motorizados” acaban de atacar con piedras y un desafío expectante se esparce en el vehículo. La bandera cubana ondea, junto a la nuestra, en la planta procesadora. Llegamos al punto de encuentro. Candidatos y seguidores nos empujan de inmediato a emprender nuestro recorrido, precedidos por unas 50 motos que, altaneras, no cesan de tocar sus cornetas. Avanzamos dos cuadras, primer aviso: la ruta ha sido bloqueada por afectos al alcalde oficialista. A pesar de las advertencias, Dominga, candidata a la alcaldía, mantiene la ruta original. Sus paisanos la siguen, entusiastas. Cuadras más adelante explota la agresión: cohetes, piedras, vidrios rotos, tiros, una moto en llamas. Sabaneta decide avanzar y llegamos a la tarima. Los que en el trayecto se habían dispersado por precaución, regresan. Muchos otros, sorprendidos por “la proeza”, se aglutinan a celebrar alrededor de la tarima, crecidos en fuerza y espíritu.
Días antes, el pueblo de Cariaco se levanta contra la imposición de construir una cárcel frente a la Universidad. Protesta la gente y envían a la policía. Como no ceden, llegan militares…y sale más gente. La cárcel no va. Hacia abajo, en Guayana, amenazan a los huelguistas de Sidor. Tanquetas entran al complejo siderúrgico, “General, tendrán que pasarnos por encima, pero nuestros derechos se respetan”.
A su vez, diputados de la Unidad reciben “recados” del Alto Gobierno: hace falta un voto. No hay límite a la extorsión, de la oferta apetitosa a la amenaza ruin. Pero ni un solo diputado es fracturado en su moral y dignidad. Tienen que optar por la corrupción judicial.
Este régimen requiere arrebatarnos la confianza en nosotros mismos, hacernos cómplices de sus manejos perversos para que perdamos la autoridad moral de combatir, frente en alto, su pretensión de dominarnos. Pero mientras busca exacerbar el miedo, la desesperación y las culpas ajenas, brota, impetuosa, la conciencia de los venezolanos reflejada en estos destellos de heroísmo.
Al bravo pueblo, hambriento de muestras de coraje y dignidad, le ha llegado la hora de seguir el ejemplo que Cariaco dio. Sólo así lograremos romper las cadenas y conquistar la libertad.
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@mariacorinaYA