La ecoeducación representa una oportunidad para que los educadores lideren procesos de cambios actitudinales en los educandos, mediante acciones pedagógicas que conlleven a la comprensión de los fenómenos socio-naturales y a la convivencia planetaria, con una conciencia y un sentido de pertenencia mutua como humanos del planeta tierra.
“Representa en sí, una contribución al desarrollo sustentable para integrar el pasado, presente y futuro planetario debido a la complejidad, incertidumbre y dinámica de la sociedad. El desarrollo de la cultura ambientalista en la escuela venezolana debe estar orientado a proyectos que pongan en contacto a los estudiantes con la ciencia, la tecnología y el desarrollo, bajo esquemas de sustentabilidad que potencien la conciencia del cuidado del ambiente”, así lo plantean las docentes Nohemí Jiménez y Blanca Rojas de Chirinos, autoras del ensayo titulado “Ecoeducación y cultura ambientalista: visión para la convivencia planetaria”.
El texto, publicado en Educare, órgano divulgativo de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador- Instituto Pedagógico de Barquisimeto (UPEL-IPB), tiene el propósito de reflexionar sobre algunas argumentaciones teóricas que permiten plantear a la ecoeducación como alternativa pedagógica para fomentar la cultura ambientalista en el contexto escolar.
A juicio de las docentes, el ambiente es mucho más que un espacio en el que se desarrolla la vida, dado que también abarca la convivencia con los demás hábitat, “en una permanente interacción ecológica que en la actualidad atraviesa por problemas globales que ameritan un abordaje educativo centrado en actividades curriculares y extracurriculares en los diferentes niveles educativos, que contribuyan a desarrollar una cultura ambientalista en el ámbito escolar”.
Relación corresponsable
La relación corresponsable entre la sociedad y la educación, en la formación de ciudadanos con una conciencia ecologista es indispensable frente a las demandas y cambios que se gestan en el medio socio-natural y que requieren de un equilibrio armónico entre las personas, las necesidades, el uso, cuidado y aprovechamiento del ambiente.
Se hace imperativo en este sentido, utilizar diversas vías que contribuyan a redefinir el desarrollo sustentable y fortalecer conocimientos y actitudes reflexivas que potencien el sentido ambientalista de una educación ecológica, dirigida a la coexistencia positiva de todos los seres vivientes del planeta.
“Se requiere de una visión curricular más amplia para enfocar los cambios que se están gestando en el ambiente, promover una convivencia planetaria y contribuir al fortalecimiento de una conciencia ecologista en el sentido amplio de la palabra”, opinan.
La ecoeducación como alternativa pedagógica, está asociada a los procesos educativos y pedagógicos que pongan en práctica acciones de conservación, cuidado y protección del ambiente, dentro de esquemas de corresponsabilidad compartida entre los actores educativos y la comunidad para fomentar la participación como una sociedad educadora.
“Esto significa, que la ecoeducación como una opción fundamental para mejorar la calidad de vida en todo el planeta, debe ser incorporada a los diseños curriculares de los diferentes niveles educativos, como expresión alternativa innovadora, que pueda hacer frente a los problemas ambientales globales”.
La ecoeducación representa una manera de integrar lo educativo con la ecología. Según Gabaldón (2002) “se fundamenta en el mantenimiento de la integridad y por lo tanto, de la productividad a largo plazo de los sistemas que mantienen la infraestructura ambiental y la extensión de vida del planeta”.
Contenidos y actividades únicas
La cultura ambientalista plantea una ecoeducación en la que los docentes y estudiantes diseñen el contenido de programas y actividades únicas que reflejen las necesidades de su comunidad en el proceso de aprendizaje. “Un plan estructurado de esta manera estimulará el pensamiento reflexivo, creativo y crítico, que desarrolle una consciencia de participación activa de los actores escolares para sustentar un auténtico aprendizaje ecológico”, apuntan las docentes.
El desarrollo de una cultura ambientalista, debe iniciarse en las etapas más tempranas de la niñez, en los espacios familiares y escolares, que posteriormente se fortalecerá en la juventud y la adultez de las personas, la conciencia de ciudadanos planetarios ambientalistas.
En el contexto de la escuela venezolana en sus dos primeros niveles educativos, desde esta nueva visión ecoeducativa, debe proporcionar la estructura pedagógica para preparar y despertar en niño o niña, el interés por comprender los alcances que el cuidado del ambiente tiene para beneficio de todos. La idea es asegurar la formación de un ser creativo, crítico, participativo y capaz de administrar en forma correcta los recursos de la naturaleza, capaz de “aprender a ser, vivir, compartir y comulgar como humanos del planeta. No solamente ser de una cultura sino también ser habitantes de la Tierra”.
Por ende, concluyen que la educación ambiental va mucho más allá del simple conocimiento de la naturaleza y de las relaciones que se establecen en ella. “Implica una adecuada educación o entrenamiento apropiado, para lograr la formación integral. Se requiere de un abordaje ambiental con visión ecologista en la educación inicial y básica a fin de asegurar un individuo creativo, crítico, participativo”.
