El pueblo contra el pueblo

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Venimos de Dabajuro a Maracaibo por la Falcón-Zulia, emocionados tras una larga caminata. A kilómetros de Mene de Mauroa hallamos, trancados en larga fila, camiones, autobuses repletos, carros. Tenemos que seguir en motos, con las maletas encima. Quienes me reconocen me piden auxilio, información. A medida que me acerco al origen del conflicto, la tensión aumenta; niños sofocados, ancianos angustiados, gente alterada. En el pueblo, un numeroso grupo de conductores de camiones cisterna bloquea todos los canales. Decenas de habitantes de Mene de Mauroa, enardecidos, los acompañan. “¡Agua, agua!”, exigen. “¡Paso, paso!”, se oye desde la tranca.
Mauroa –explican sus habitantes– tiene más de un año sin agua: la represa, que debería surtir a medio Falcón, se cegó por falta de mantenimiento. La gobernación, que pretende “resolver el problema” con envíos esporádicos  de camiones de agua, tiene 8 meses sin pagarles. “Queda agua en el hospital para un día”, “tuvimos que suspender las clases en la escuela, no aguantamos más”, “ya no hallamos qué hacer”.
Funcionarios de la policía del estado y de la GN separan los dos grupos que, cada vez con más vehemencia, exigen sus derechos. Una madre, con un bebé deshidratado, ruega a un camionero que abra la vía y él -entre lágrimas y sudor- le dice: “yo también tengo hijos, señora, y no tengo cómo darles de comer”. Inevitablemente, surgen conatos de violencia…
Para preservar el poder, incapaces de cambiar de rumbo y asumir sus culpas, los jefes de este régimen han optado por llevarnos a la fase final: pueblo contra pueblo. No les basta culpar a los gringos, a los productores, a los comerciantes, a los campesinos, a los sindicalistas, a los periodistas o a los dirigentes de oposición. Es la hora de enfrentarnos entre ciudadanos por un kilo de harina, por el puesto en la cola, por la última lavadora, por unos centímetros de suelo. Mientras tanto ellos siguen allí, aferrados al poder.
El régimen fomenta anarquía y violencia como estrategia para “huir hacia adelante”. Pero la situación se les está yendo de las manos. Nuestra única opción es construir confianza entre ciudadanos y de éstos hacia las instituciones. Ello sólo es posible con un liderazgo firme, con profunda autoridad moral. Este es el primer e inaplazable cambio que requiere Venezuela.

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@mariacorinaYA

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