Semana clave
Seguir diagnosticando al detal los problemas, no tiene sentido. Son tantos y tan conocidos, que se impone sacar conclusiones generales y definir un objetivo concreto. Tendría que ser unificar a los sectores democráticos del país y trabajar para ponerle punto final a este régimen en el menor tiempo posible. Nicolás Maduro ha resultado probadamente incapaz para el ejercicio de la presidencia. Además, no tiene propósito de enmienda, ni capacidad de rectificación. Mucho menos, estructuras éticas que le permitan encabezar, honradamente, la lucha necesaria por el adecentamiento de la vida pública y de no pocos sectores “privados” que controlan y dominan, áreas importantes de la actividad económica y financiera del gobierno. Lo cierto es que Venezuela está mal y camina hacia peor. Esto no puede, ni debe, continuar.
A las puertas del inicio del año quince de la tragedia que nos destruye, aparecen las elecciones municipales del próximo domingo 8D. En estricto apego a la legislación sobre lo electoral, a la verdad política y a los intereses en juego, todos los procesos realizados desde el referéndum presidencial del 2004 hasta ahora, han sido fraudulentos. Todos sin excepción, incluido el referéndum constitucional de 2007, cuando se reconoció el triunfo opositor por estrecho margen. Todos sabemos que la victoria fue contundente. Enloqueció a Chávez y lo llevó a pronunciar obscenidades y despropósitos terribles.
Personalmente no confío en ninguna de las ramas del poder público. A los efectos del 8D, la peor de todas es el Consejo Nacional Electoral. Está al servicio de los candidatos oficialistas y, sin embargo, está en el ambiente una derrota tremenda a manos de la oposición, más allá de los resultados que proclamen tanto el CNE como sus estructuras estadales y municipales. Pase lo que pase, todos a votar el domingo. Somos mayoría. El objetivo señalado es posible e inaplazable.
[email protected]