A pesar de la ligereza con que a veces utilizamos la palabra amistad, lo cierto es que esta es una de las relaciones personales más complejas que existen.
Decimos que la amistad es multilateral porque simultáneamente podemos mantener varias, e incluso muchas, relaciones de amistad; y que carece de compromiso contractual porque, a diferencia de otras relaciones como lo es el matrimonio, no existen reglas ni compromisos expresos preconcebidos, y tampoco existe filiación permanente, como en el caso de familiares, porque el vínculo se puede disolver en cualquier momento por una o ambas partes.
Así, la amistad se expresa como una relación interpersonal completamente libre y en cierta manera experimental. Se establece y mantiene por mutuo acuerdo sin declaración expresa, y básicamente con el paso del tiempo, las vivencias compartidas y las circunstancias, son las que la van construyendo. De ahí su complejidad.
Es frecuente que llamemos amigos a casi cualquier persona que conocemos, sin embargo, amigo o amiga es aquella personas con la que hemos desarrollado un vínculo de cercanía, confianza y aprecio.
Una de las características más singulares de la amistad es que, usualmente, se establece de una forma más bien casual y espontánea, sin mucha reflexión. Es justo esta característica la que debemos explotar cuando queremos hacer nuevos amigos.
Ya que al iniciar una amistad no hay ningún compromiso inmediato implícito, tenemos la libertad de experimentar y explorar las posibilidades que se presentan a nuestro alrededor. No hay límites cuando queremos hacer amigos. Gustos, pasatiempos, opiniones, ideas políticas, religión, trabajo, profesión etc., son algunos de los puntos en común que pueden propiciar una amistad.
Un amigo es aquel que permanece cuando todos se van, un amigo ríe el mismo chiste aunque lo haya escuchado mil veces, un amigo sabe que algo ocurre simplemente con mirarte a los ojos. Una buena amistad no surge de la noche a la mañana, toma tiempo, dedicación y esfuerzo. Los amigos se hacen, no nacen.