El día del asalto final llegó, Caracas y Táchira, ocho días después de verse las caras en el Pueblo Nuevo, libran este jueves la batalla definitiva en la lucha por el trofeo principal de la Copa Venezuela, certamen que tiene como gran atractivo el hecho de repartir un boleto a la venidera edición de la Sudamericana.
El estelar compromiso está programado para jugarse a las 3 y 30 pm -un horario atípico para un día de semana- y en el maltrecho césped del Olímpico caraqueño, lo que anticipa que será un desafío de poco brillo futbolístico, sino más bien al pelotazo, ir para delante como sea.
Un equipo llega más cómodo que el otro. Se trata de Táchira, que aprovechó su condición de local -la semana anterior- para fabricar una ventaja de 2-1, con goles de José Miguel Reyes y Agnel Flores, y ponerle presión a su rival capitalino. Pero -hay que decirlo- no es una ventaja que parezca definitiva, ni es garantía de nada. Es decir, la eliminatoria está viva, tanto así que al Caracas, de Eduardo Saragó, le alcanzó con una victoria por 1-0 para ser campeón.
Lo que si está claro es que el gasto del partido, el tomar la iniciativa, lo es responsabilidad del cuadro caraqueño, que necesita ganar este certamen para no terminar el semestre en blanco. También para Táchira el trofeo copero es la salvación, tras quedar apartado de la pelea por el Apertura, y el bálsamo para una afición que tiene tiempo sin festejar una conquista, desde la estrella lograda hace tres temporadas con el colombiano Jorge Luis Pinto.
“El partido en San Cristóbal lo jugamos bien, pudimos haber sacado un mejor resultado. Tenemos una revancha con el chance de concretar un logro deportivo y a eso vamos”, señaló Saragó en declaraciones ofrecidas a los periodistas de la capital en días previos.
El arma del Caracas -todos sus rivales lo saben- es la pelota parada. No es un equipo que tenga el sello distintivo de practicar buen fútbol, apelar al toque, elaborar jugada hasta llegar al arco rival. Es directo y depende mucho del balón detenido, sea falta o tiro de esquina, porque cuenta con grandes lanzadores, como Rómulo Otero y el argentino Roberto Armúa, y grandes cabeceadores, como el caso de Ricardo Andreutti y Roberto Tucker.
De eso debe cuidarse el carrusel aurinegro, que, al menos en los últimos partidos, ha mostrado una defensa sólida, pese a no tener al lastimado Carlos Salazar. Aguantar la presión, repeler cada centro que lance un rival que lo va a estar asediando es determinante. Eso sí, aunque es un equipo de muchos jugadores jóvenes, hay jerarquía en su plantel, oficio como para sacar adelante el difícil duelo. Vale recordar que buena parte de los jugadores que hoy visten la elástica atigrada lograron este mismo título el año pasado con Anzoátegui. Es el caso del barquisimetano Francisco Flores, el experimentado Giácomo Di Giorgi, José Miguel Reyes y Gelmin Rivas, además del entrenador Daniel Farías.
Plato fuerte sin duda. Un final de lujo con los dos equipos más populares del balompié nacional.