¡Hay que salirle al paso!

Según ha dicho la titular del Ministerio del Deporte, es por respeto y consideración que mantiene en secreto el nombre de los pilotos, que, valiéndose de representar a Venezuela  en competencias internacionales, terminaron robándose cientos de millones de dólares.
Pero claro que esa excusa nadie se la cree. Sencillamente lo hace porque es política de estado no exponer a sus bandidos rojo rojitos y de siete suelas. O sea, a quienes gozan de todos los privilegios, confianzas y canonjías, tal como ocurre en el caso de estos pilotos, y especialmente del que logró apropiarse de 66 millones de dólares.
En este país, de tanta inflación, devaluación, corrupción y despilfarro, poco sorprende la referencia de cualquier cantidad, por abultada que sea. Por ello, para mejor entendimiento, apelemos a otro recurso más gráfico. Y aseguremos entonces que con 66 millones de dólares se han podido levantar 3 mil lujosas viviendas. O lo que es lo mismo: 15 grandes urbanizaciones, cada una con 200 quintas de primera calidad. “¡-Una coñáa…!”, como dicen los centrales cuando quieren expresar asombro.
Pero, también precisemos que esa clemencia concedida a los pilotos difiere totalmente del trato dispensado a muchos otros connacionales que –sin haber cometido delito alguno, y sólo por diferir políticamente del régimen- han sido sistemáticamente expuestos al desprecio y al deshonor, además de perseguidos y vulnerados en sus derechos y garantías.
Y resaltemos que los autores de tal atrocidad son los mismos que viven invocando el amor, la armonía y la “felicidad suprema”. En efecto, pocos días hace que el señor Maduro –al referirse a Henrique Capriles, a María Corina Machado y a Leopoldo López- dijo lo que sigue: “Yo los declaro enemigos de la patria; y llamo al pueblo a que los reconozcan. Yo llamo al pueblo venezolano a la batalla contra estos bandidos que quieren destruir la patria… Y por donde aparezca la trilogía del mal, salirle al paso”.
Terribles señalamientos, hechos con imperdonable ligereza, e inflamados de odios y de sinrazones muy perversas. Y nada de extraño tiene que puedan derivar en consecuencias muy graves para la paz de la República. Por ello, señor Maduro, dicho con todo respeto, ¡a quien hay que salirle al paso es a usted…! Y a quienes le secunden en este loco escenario.
Y hay que hacerlo urgentemente, pues sólo las almas y las mentes enfermas son capaces de perder el equilibrio y llegar a los extremos de olvidar que, por estímulos políticos muy similares, han sido vil e injustamente asesinados miles de hombres y mujeres a través de la historia. Entre otros, nada más y nada menos que el Hijo de Dios, Jesús de Nazareth, así como también Lincoln, Gandhi, Luther King, John y Robert Kennedy. E Indira Gandhi, Benazir Bhutto, Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán, Donaldo Colosio, etc, etc, etc.
Y también son ustedes los que debieran ser llevados a juicio. Ello porque la instigación al odio, la injuria, la calumnia y el abuso de poder, siguen estando expresamente prohibidos en la Constitución (artículos 19, 21, 27, 29, 46, 49, 55, 60, 139 y 232), y contemplados como delitos en el Código Penal (artículos 166, 203, 240, 283, 285, 292, 442 y 444).
Como se sabe, esta tarea corresponde emprenderla a la Fiscalía… o al TSJ. Sin embargo, ¡qué se puede esperar de quienes –según Velásquez Alvaray y Aponte Aponte- pusieron las leyes a los pies de la satrapía y el autoritarismo! Y no para que les sirviesen de apoyo, sino para que las patearan a su real gana y antojos.
En verdad, son muchos los funcionarios que habrán de ser juzgados. Unos por acción; otros por cómplices y aguantadores. Y los más, por indiferentes o por hacerse los pendejos.     Pero, mientras estos tiempos llegan, activemos primero el juicio popular. Y, en consecuencia, el 8 de diciembre próximo dictemos la sentencia.
¿Veredicto? ¡Cul-pa-bles! Síiii… Por haber arruinado el país, y, sobre todo, por haber sembrado el odio y la división entre hermanos.
La tarjeta es la de la Unidad. ¡La de la manito! ¡No hay otra! Adelante, conciudadanos.