Maduro y la guerra económica

Tiene toda la razón el ciudadano Presidente de la Republica cuando dice que la crisis de desabastecimiento en productos alimenticios de primera necesidad se debe a una guerra económica. En verdad cuesta creer que alguien pueda llamar bruto a nuestro Jefe de Estado por decir verdades tan obvias como monumentales, antes bien todos los gremios agrícolas y ganaderos debieran aplaudir su coraje político al asumir como propio un diagnóstico que sesudos economistas tenían años explicando.
Cómo dudar que en Venezuela hemos sufrido la devastación de una guerra económica cuando en incontables ocasiones brigadas de compatriotas, adiestrados en Salas de Batallas bajo la doctrina de que ser rico es malo tomaron por asalto fincas productivas, amparados legalmente por el INTI y apoyados militarmente por soldados del ejército venezolano. Cómo dudar entonces de las sabias palabras del presidente Nicolás Maduro Moros cuando de manera precisa y sin ambages dice que en nuestro país no hay alimentos debido a una guerra económica, brutos o tontos son los que no quieren entender su hábil estrategia para tomar distancia de lo sucedido en Venezuela en los últimos quince años.
No podía acudir el presidente Maduro al viejo, manido, socorrido y fastidioso argumento de culpar al gobierno anterior del drama económico actual por ello decidió aplicar el pensamiento oblicuo y para no hablar del pasado reciente habló de guerra económica, con la intención que los venezolanos recordáramos las invasiones de predios agrícolas y ganaderos a punta de fusiles, ametralladoras y tanquetas. Pero resulta que esta estratagema inteligente y oportuna tuvo un defecto, la inconsistencia de la oposición que salió a responderle con infusos argumentos de teoría económica cuando lo que tenía que hacer era confirmar el diagnostico con ejemplos y cifras a la mano.
El estilo del actual Presidente de la Republica al parecer no ha sido descifrado ni por los políticos ni analistas de oposición, quienes lo descalifican por bruto y no intentan escarbar un poco más debajo  de las apariencias. Y no se trata tampoco de sobredimensionar sus talentos ocultos o el supuesto asesoramiento que recibe de los cubanos, lo que procede es revisar con detenimiento sus actuaciones públicas y ver qué tipo de habilidades tiene para estar donde está y actuar en consecuencia.
Hagamos nosotros un brevísimo intento de lo que proponemos. Nicolás Maduro era figura infaltable en las muy promocionadas e inútiles mesas de diálogo entre el gobierno y la oposición. Su papel de conciliador fue tan bueno que sus interlocutores le ofrecieron públicamente apoyo para el caso de un cambio de gobierno. Por supuesto que esta mano inoportunamente tendida Maduro la desprecio con virulencia y se transformó en un Dragón que echaba fuego por la boca. Pero alguna proximidad con sus ideas tuvieron que apreciar los empresarios  que le hicieron la oferta para atreverse a manifestarla públicamente.
En otra oportunidad la profesora Gloria Cuenca reveló que Nicolás Maduro y Cilia Flores la habían visitado para manifestarle su preocupación por el radicalismo que observaban en las políticas económicas adelantadas por el Presidente Chávez y que le solicitaban asesoría para intentar ellos morigerarlas. Gloria Cuenca fue profesora de Ética y su gran orgullo es serle leal a la  verticalidad moral que heredó de su padre el doctor Humberto Cuenca, se hace difícil pensar que diga una mentira de ese tamaño. No obstante Nicolás y Cilia la acusaron de mentirosa y convencieron al Presidente Chávez que esa información era un ardid de la ultraderecha antipatriótica.
Quiere decir que el estilo del presidente Maduro es ser conciliador y digno discípulo de Sai Baba tras bastidores, mientras que en público quiere dar la impresión de ser un feroz revolucionario a la altura de su mentor Hugo Chávez. La pregunta entonces es cómo lidiar con una personalidad  de este tipo, toca a le expertos encontrar la manera. Pero lo peor es considerarlo un bruto que se cae por su propio peso…esa novela la hemos leído varias veces.

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