Son evidentes, absolutamente claras e inequívocas, las tendencias autoritarias, salpicadas de comunismo barato y fracasado, del gobierno venezolano.
El modelo cubano, estirpe moribunda de la Unión Soviética, se ha anclado en las mentes primitivas de los gestores oficiales. Ese fenómeno requiere organización, disciplina, constancia y unidad por encima de todo, para contrarrestarlo, anularlo, derrotarlo.
El desorden, la división y las luchas diacrónicas tienden a preservarlo. Por allí andan correteando solitarios y a veces contrapuestos Avanzada Progresista, la Causa R, el Movimiento Progresista de Venezuela, Bandera Roja y otros partidos y organizaciones de centro-izquierda. Parecen enceguecidos por un relámpago cortoplacista. Sus dirigentes incapaces de ver la realidad más allá de sus narices y siempre con el complejo de ser el ombligo de la Patria. Salvo Henri Falcón y Andrés Velázquez que han comprendido la inmensa tarea histórica que les corresponde jugar en las actuales circunstancias y coordinan sus actuaciones, el resto parece más bien jugar a la fractura.
Las tesis políticas y los conceptos programáticos que todos esos pequeños partidos políticos registran en sus estatutos y muestran en la práctica no podrían ser más cercanos y parecidos. A partir de la caracterización del cuadro nacional, donde se extravió por el militarismo ramplón y burocrático todo el equilibrio de poderes que impide, en sistemas democráticos, desviaciones y deformaciones administrativas, Maduro le ofrece al mundo un modelo de gobierno forajido que no duda en utilizar como instrumentos maleables tribunales, fiscales, contralores y legisladores en pro de sus intereses particulares.
Su desalmado control sobre los medios de comunicación amparados en una tesis, propia de truhanes y malhechores, de hegemonía comunicacional, hasta los intentos fallidos de escribirle a la directiva de las redes sociales, concretamente a Twitter y Facebook, para que impida la difusión de informaciones, comentarios y verdades que le causan piquiña a los gerentes del gobierno, expresan por sí solos la catadura y calaña de nuestros administradores públicos.
Las bases del Progresismo se encuentran fácilmente en los conceptos de construir un Estado Regulador, cuya fuerza se basa exactamente en utilizar el Poder no para la destrucción impúdica de las libertades públicas, mucho menos para acorralar a la oposición que representa la mitad del electorado, sino por el contrario para evitar las malformaciones y emparejar las desigualdades. No es cierto, se ha demostrado hasta la saciedad que en un mundo de respeto a la propiedad privada, el Estado quede impedido de ofrecer y nivelar las oportunidades.
Nuestras relaciones internacionales deben ser múltiples, diversas. Le hacen un daño casi irreparable a Venezuela quienes están atentos a las llamadas telefónicas y a las misivas y consejos que desde Cuba emiten unos anquilosados y estériles dirigentes, cuyo país se hunde en los sótanos de la ineficacia y el fracaso económico. Queremos un Estado promotor del progreso, que aúpe y aliente a los emprendedores. Un Estado que fije las Metas del Milenio como su programa básico de gobierno.
1. Erradicar la pobreza extrema, elevando los sueldos reales de los trabajadores y combatiendo la inflación. Que aliente el crecimiento del PIB y perfeccione la distribución de la riqueza. Que proteja y aumente el empleo.
2. Lograr una enseñanza primaria y secundaria universal, que abra cauces para la formación técnica y confíe para ello con la participación del sector privado, minimizando la deserción escolar.
3. Promover la igualdad de géneros en toda su expresión y alcance.
4. Reducir la mortalidad infantil y lograr la inmunización contra las principales enfermedades. Que integre todo el sistema de salud y que para ello se coordine con la estructura clínica de los sectores privados.
5. Optimizar la salud materna. Diversificación de la atención de las mujeres embarazadas y asistencia médica a los partos. Lucha contra el embarazo infantil y campaña de promoción de anticonceptivos. Atención prenatal.
6. Combate a todas las enfermedades epidémicas. Erradicación del paludismo. Control de la tuberculosis.
7. Respeto al medio ambiente. Protección a la capa de ozono. Salvaguarda de especies en peligro de extinción y bosques. Defensa del agua. Sistema de aguas servidas.
8. Integración a todos los sistemas multilaterales y bilaterales de cooperación económica, social, políticas y de Derechos Humanos. El Progresismo es sobre todo un sistema de gobierno intransigente en la defensa del concepto de igualdad. Libertad es igualdad. Se contrapone al socialismo decadente del Siglo XXI y a sus manifestaciones perversas.
Eduardo Semtei Alvarado
@ssemtei
Progresismo y Centroizquierda (I)
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