Médicos, enfermeras, empleados y amigos de la Clínica Acosta Ortiz se unieron para regalar sonrisas a los doce jóvenes huérfanos, abandonados o en condición de pobreza extrema que viven en el Hogar Divina Pastora bajo la protección de voluntarios preparados por el fallecido monseñor Omar Ramos Cordero.
Se compraron juguetes, ropa y productos de aseo personal; y los voluntarios detuvieron sus ocupaciones por unas horas para entregar los obsequios en una tarde de compartir con los jóvenes cuya sonrisa fue la mejor recompensa.
La clínica habilitó un autobús que buscó a los pequeños en el Hogar Divina Pastora, en El Manzano. No iban “al doctor”; no imaginaban lo que les esperaba. Los más pequeños se sorpredieron al leer sus nombres en las cajas de regalo cuya envoltura rompieron apresurados y saltaron de alegría al ver carros, aviones y balones para jugar. Los grandes se emocionaron con las prendas de vestir y zapatos nuevos, lencería y alimentos.
Fernando Hernández, quien quedó como responsable del Hogar Divina Pastora desde la muerte de su fundador, monseñor Ramos Cordero el año pasado, agradeció los aportes, pues la institución se mantiene gracias a la ayuda de particulares, no cuenta con donaciones oficiales permanentes.
Los niños se tratan como hermanos y viven en el albergue recibiendo educación formal, hábitos de convivencia y orientación católica. Acevedo informó que en medio de la reunión se acordó por consenso que cada empleado, médico o directivo se convertirá en “padrino” de uno de los niños y velará por sus necesidades materiales y espirituales, así como también se les brindará atención de salud gratuita cuando lo requieran.
“Ojalá otras empresas imiten esta noble acción y se acerquen a tantas organizaciones benéficas que requieren apoyo”, acotó.