Los niños sirios son a menudo testigos directos de la guerra. Tanto que, mientras este grupo cuenta su experiencia diaria del conflicto y una niña explica que están acostumbrados a ver a «mártires», una explosión les sorprende.
Ha sucedido en el barrio de Jobar, en Damasco. Los pequeños corren, acompañados por un adulto, y se ponen a cubierto. Más tarde volvemos a verles, sonrientes, y muy conscientes de lo sucedido.
Una pequeña asegura que sabía que un proyectil iba a caer cerca de ellos. Sorprendentemente, no están asustados. Las bombas forman parte de su vida cotidiana desde hace más de dos años.
Un millón de refugiados
El número de niños sirios que se han visto obligados a abandonar sus hogares a causa de la guerra civil ya ha alcanzado el millón, según han informado este viernes el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en un comunicado conjunto.
La agencias de la ONU han explicado que este millón de niños está identificado, ya que han ayudado a las familias, que en su mayoría viven en algún tipo de asentamiento más o menos seguro, a conseguir los certificados de nacimiento para evitar que se conviertan en personas sin Estado.
De acuerdo con sus cifras, del millón de niños sirios refugiados en otros países, 768.000 tienen menos de 11 años de edad, mientras que más de dos millones de niños sirios se han desplazado a nivel interno y unos 7.000 han muerto en la guerra civil.
UNICEF y ACNUR han advertido de que, al margen de las consecuencias psicológicas, «los niños refugiados se enfrentan a peligros como la explotación sexual, los matrimonios y trabajos forzados y el tráfico de menores». «No son solo números. Es una forma real de arrancar a los niños de sus hogares y, en algunos casos, de sus familias, enfrentándoles a horrores que solamente podemos empezar a comprender», ha dicho el director ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake.