En Venezuela la sociedad politizada está fuertemente polarizada, con el abierto estimulo del gobierno, interesado, como ha estado durante estos 15 años, por el conflicto, la división y la confrontación entre los compatriotas, a sabiendas de los peligros y amenazas que todo esto significa para todos los venezolanos. Vivimos en un híbrido de democracia, militarismo y autoritarismo, con serio daño al ejercicio pleno de lo primero, y en todo esto se destaca el manejo gubernamental del sistema electoral y todos sus procesos, con la obvia cooperación de la mayoría política del CNE. Ellos se debilitan y hasta distorsionan democráticamente, al convertirlos en instrumentos bien calculados y planificados para mantenerse abusivamente en el poder. A pesar de esto la oposición democrática se ha mantenido en la ruta democrática-electoral y ha logrado, como se sabe, ser en realidad la mitad mayoritaria de los venezolanos creyentes en lo electoral.
Están muy cerca las elecciones municipales, para concejales y alcaldes en toda Venezuela. El domingo 8 de diciembre de 2013 será en buena parte un factor determinante en todo esto, a pesar de lo típicamente local de esas elecciones. Así lo determinan las presentes circunstancias políticas, conocidas y vividas por todos. De ahí lo especialmente trascedente de estas elecciones locales con fuerte influencia nacional. Así, pues, se mantiene en interrogante el destino democrático de la Venezuela actual, que a todos nos preocupa y duele, de una u otra manera.
En efecto, muchísimos venezolanos tienen serias dudas y hasta racionales cuestionamientos a los mecanismos y acciones gubernamentales verdaderamente democratizadores de sus prácticas electorales, dado el modelo político que se pretende imponer. Frente a tal situación y dado el hecho electoral próximo, el del domingo 8 de diciembre, hay necesidad democrática no sólo de reafirmar nuestra voluntad de votar, sino de acometer cuantas acciones resultan indispensables para lograr el triple propósito de la oposición democrática, por alcanzar: 1) Elegir a los mejores candidatos para concejales y alcaldes; 2) Tener en todo el país una votación general superior a la gubernamental; 3) Resultar superiores también, en proyección y en número, en cuanto se refiere a los alcaldes, empezando por los de la ciudades más importantes. Todo en bien de la vida democrática y de su consiguiente desarrollo en la Venezuela del presente, sobre lo cual todos los luchadores sociales y políticos tenemos el interés común del bienestar y el progreso, aunque tengamos en ello visiones distintas y vías diferentes.
Necesidad democrática del voto
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