La plástica local está de luto. Hace dos días falleció el maestro Omar Anzola, pintor, escultor, ceramista, vitralista y muralista. Tenía 62 años. Deja dos hijas y dos nietos.
El inevitable viaje a la eternidad ocurrió en su vivienda, en la Barquisimeto que tanto amaba, aparentemente por un ataque al corazón.
“Era un artista que tenía mucho que dar”, comentó el curador, museógrafo y amigo Al Vanegas, quien acompañó a la familia Anzola en el doloroso momento.
“Para el Ateneo de Cabudare es lamentable ver partir a un hombre con tanto potencial. Pero queda el legado a través de sus obras. Sin duda lo recordaremos como referencia de la plástica nacional”, agregó el presidente de la institución, Benjamín Terán.
“El jueves inauguramos una muestra sencilla en la Galería Hugo Daza y estaba allá presente. Fue un episodio íntimo. Lo recuerdo como un hombre modesto, trabajador consecuente”, señaló el director de la Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar, Francisco León.
Maestro de la creación
Omar Anzola nació el 17 de octubre de 1951. Su pasión por la plástica inició en la niñez, cuando entendió que el arte era una vía salvadora de escape.
De adolescente vivió en Estados Unidos, donde tímidamente empezó su carrera, estudiando dibujo y escultura en cerámica. Más tarde fue a Europa, donde aprendió sobre el dibujo mecánico, grafismo y grabado, precisó la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado mediante una biografía.
“Era un artista polivalente, versátil y completo. Como pintor, escultor, ceramista, vitralista y muralista, mostró en sus obras una notable capacidad expresiva, donde las líneas curvas, sugerentes y sensuales se repetían como denominador común”, añadió la academia.
Hace 20 años el maestro fue reconocido con el Premio Nacional de las Artes del Fuego. A propósito de la celebración, 41 creadores le rindieron homenaje en el Museo Francisco Nárvaez de Nueva Esparta con la muestra Reencuentro propicio.
En la Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar permanece la muestra que él inauguró con entusiasmo, horas antes de su partida.
El VIII Salón Rafael Monasterios fue su última confrontación.