Todo el discurso gubernamental, alimentado durante largos años con ese variopinto glosario marxista y de izquierda jurásica en trance de insustancial consigna bien aprendida, muy “socialismo del siglo XXI”, muy “el imperio es el culpable de todos nuestro males”, muy “el capitalismo fracasó, abajo el mercado y el libre comercio”, se desvanece, se esfuma y hace añicos con la decisión reciente del Presidente Maduro relativa a los precios.
Es este un gobierno “socialista” que promueve, alienta y estimula el consumo, (o “saqueo controlado”, dirá más de un comerciante) de artículos electrodomésticos y tecnológicos, emblemas, símbolos del confort, la innovación y el desarrollo capitalista.
No hubo, y no ha habido medidas económicas que ataquen las causas de la inflación y la distorsión del mercado cambiario. De seguro las habrá luego del 8-D, edulcoradas, maquilladas, pero medidas al fin como la devaluación, por ejemplo. Lo que decidió Maduro, que lee encuestas y gasta nuestro dinero en costosos asesores, fue matar dos pájaros de un solo tiro: Por una parte reincide en la sempiterna práctica de la demagogia de campaña electoral, esa que regala neveras, lavadoras o televisores, pero no lo hace de la manera impunemente “tradicional”, con recursos públicos. No. Ante un hueco fiscal del 15% del PIB, prefiere ordenar la rebaja de precios para que los oportunistas consumidores puedan adquirir dichos bienes, como un Televisor de plasma “socialista”, un Bluray “revolucionario”, o una nevera doble puerta con frío “comunal”. Y por otra parte, aprovecha, se lava las manos, y el bigote, y culpa a los empresarios y comerciantes especuladores de la inflación y la escasez. Busca trasladar su responsabilidad a ellos, para intentar frenar la caída de su popularidad, y la opinión creciente que señala su responsabilidad clara por los irresolutos problemas nacionales.
Nadie va a trabajar, producir o vender a pérdida. Eso lo sabe el gobierno, pero no le importa. Su único interés no es gobernar. Su principal objetivo es no perder el poder a toda costa, y haciendo lo que sea necesario, por impensable o retorcido que parezca.
Maduro necesita un resultado electoral que lo legitime, pero más allá del mismo 8-D, está claro que buscará no solo establecer gobiernos paralelos con fachada “comunal” a aquellos alcaldes opositores que resulten ganadores, y reducir a su mínima expresión, al igual que a la disidencia, a la crítica y a la oposición. Son claras las señales de que Nicolás aumentará la represión económica, al igual que la política, legislando a su antojo con habilitación chimba pero express, y decretando quizás “inflación cero”, “pobreza cero”, delincuencia cero”, y seguramente “protesta cero”. Y todo el aparato del Estado, fusionado hace rato en la roja amalgama Estado-Partido- Caudillo, tanto en su componente militar como en su dimensión burocrática-administrativa, con sus entes regulatorios y fiscalizadores, se encargará de inspirar todo el miedo que sea posible y necesario, para manipular el malestar colectivo, amedrentar a la gente, y evitar así el descalabro en su agrietada e inconforme base de apoyo social, clientelar y electoral.
Los últimos acontecimientos, y los que de seguro vendrán, dejan en evidencia el empleo descarado y deliberando por parte del gobierno, del miedo como estrategia. La pregunta es: ¿Seremos capaces de vencerlo?
@alexeiguerra