Monseñor Luis Armando Tineo Rivera nació en Caracas el 10 de mayo de 1948. Su padre, Melchor Tineo Plaza fue abogado y economista, profesiones que le sirvieron de base para convertirse en internacionalista, llegando a ser embajador de Venezuela en Colombia y, quizás lo más importante, parte del grupo que asistió al doctor Juan Pablo Pérez Alfonso en la fundación de la OPEP.
Su madre, Carmen Josefina Rivera de Tineo fue profesora y de familia profundamente católica, esencia que determinó su vocación sacerdotal.
Vocación con obstáculos
Formado en un hogar de valores raigalmente católicos el niño Luis Armando cursó la primaria en un colegio de la orden de los Salesianos, quienes inculcaron en él motivaciones morales que lo llevaron a inscribirse, a los doce años y nada más culminado el sexto grado, en el Seminario.
Pero un criterio totalmente contrario antepuso su papá Melchor quien deseaba para su hijo primogénito un destino similar al suyo. Comienza así un peregrinaje por varios colegios y liceos debido a que padre y madre querían cosas distintas respecto a la misión vital de su hijo.
Al morir en accidente de tránsito la profesora Carmen Josefina, su hijo Luis Armando queda bajo la tutela de su tía Antonia Cecilia, mujer piadosa con un compromiso irreductible hacia la práctica cotidiana del catolicismo. Bajo esta orientación Luis Armando culmina su bachillerato en Maturín y como aún se mantenía el veto paternal para el sacerdocio, el joven bachiller se inscribe en la Universidad de Oriente para estudiar Sociología.
Se gradúa en 1974 pero antes del acto académico solicita un permiso no remunerado, era preparador docente, y se inscribe en el Seminario para cristalizar el sueño de su vida. Para este paso contó con el respaldo del obispo auxiliar de la Diócesis de Cumaná, monseñor Eduardo Herrera Riera, quien era uno de los orientadores espirituales de la Organización Católica Universitaria.
Por ello monseñor Tineo Rivera afirma que él no tuvo una vocación adulta porque desde niño quiso e intentó estudiar para sacerdote.”Yo tuve una vocación obstaculizada y nunca dejé durante todos mis estudios de secundaria y universidad de tener mis sentimientos y mi confianza puestos en que algún día sería sacerdote.”
Cerca de Juan Pablo II
Para culminar y perfeccionar sus estudios sacerdotales Luis Armando Tineo Rivera se establece en el Vaticano por seis años, donde por méritos y capacidad se convierte en figura habitual en todo lo tocante a la organización de eventos relativos al mundo clerical y apostolar de América Latina. Tanto así que su santidad Juan Pablo II se dirigía a él por su nombre.
En una oportunidad el Santo Papa, mientras pasaba revista a los preparativos de un evento latinoamericano dentro del Vaticano, se detiene frente al sacerdote venezolano y cuando éste se coloca en posición de saludo obediente y respetuoso, su Santidad le coloca una mano sobre su hombro izquierdo para indicar trato especial y le pregunta: ¿Luis, cuándo te ordenaste de sacerdote? El joven levita le responde, emocionado frente a la deferencia, que hace un año.
Entonces el Papa le pone su otra mano sobre el pecho y le dice:»Luis, que seas un sacerdote según el Corazón de Dios”.
Este mensaje era solamente para él, no obstante sus compañeros, impactados por la distinción que hizo el sucesor de Pedro hacia el sacerdote venezolano, tomaron una foto que el obispo Luis Armando guarda como una reliquia. Cuando el entrevistado nos relató la historia nosotros le agregamos que entonces para Carora sería un Obispo según el Corazón de Dios, para que cumpliera entre nosotros el mandato del inolvidable Juan Pablo II.
Vaticano II y América Latina
América Latina es el gran bastión católico del planeta con aproximadamente la mitad de la feligresía a nivel mundial. Somos también un grupo demográfico cruzado por múltiples carencias que nacen de los grandes mapas de pobreza que tenemos.
Frente a este drama han existido pronunciamientos propios de obispos y sacerdotes nuestros, quienes desde la Conferencia Episcopal de Medellín en 1968 hasta el presente, han luchado con ideas y acciones para “encarnar” a Jesús entre los más desposeídos.
Esto incluye a los teóricos de la Teología de la Liberación, como Gustavo Gutiérrez Merino, Leonardo Boff y Jon Sobrino, obispos como Helder Cámara y Arnulfo Romero, hasta quienes como Camilo Torres traspasaron la línea de la evangelización para inmolarse en la fatalidad de una visión contraria al mensaje de paz transmitido por Jesús.
Pero en la suma de todas estas posiciones está la necesidad muy nuestra de convertir en práctica cotidiana el contenido de la Constitución Pastoral “Gaudium Et Spes”, del Concilio Vaticano II, la cual trata sobre el papel de la Iglesia en el mundo contemporáneo e instruye sobre la urgencia de encarnar el mensaje de Jesús dentro de las circunstancias concretas del hombre, sin importar su condición socioeconómica pero privilegiando la opción por los pobres.
Admite monseñor Tineo Rivera que los católicos latinoamericanos estamos en mora con Vaticano II pero disiente de quienes pensamos que ello se debe, en parte, a que su santidad Juan Pablo II pensó que era difícil mantener una línea divisoria entre la lucha social que habían iniciado algunos sacerdotes a favor de los pobres con la propuesta simultánea en el tiempo que estaban haciendo líderes comunistas y socialistas y por ello neutralizó los avances que el clero emergente había tenido en Medellín, cuando en la Conferencia de Puebla en 1979 inclinó la balanza hacia una evangelización menos comprometida con las tormentas sociales de nuestro mundo.
“A su santidad Juan Pablo II no fue que le contaron cómo era el baile en los países comunistas- explica-, él estuvo allí y sufrió las consecuencias de evangelizar desafiando persecuciones y torturas.
Por supuesto que no podía ver nuestra realidad con la misma perspectiva de los latinoamericanos, pero hizo un esfuerzo extraordinario por desarrollar los postulados de Vaticano II entre nuestro pueblo, pero con base a los principios de nuestra fe y las enseñanzas de Jesús, precisamente para evitar confusiones de las cuales los católicos hemos tenido experiencias desafortunadas.
Sí, estamos en deuda con Vaticano II y ello nos plantea un reto colectivo que debemos atender como lo dice su Santidad Francisco, con humildad y acompañamiento. Ese camino debemos andarlo en la Diócesis de Carora y lo andaremos con apego a las normas de la iglesia y el espíritu abierto para la comprensión y el perdón de todos quienes quieran recibirnos en sus corazones”.
Pueblo pequeño misión universal
Al santo patrono de los párrocos, Juan María Vianney le enviaron a un pequeño pueblo de 300 personas para que ejerciera su misión de fe sin las exigencias de explicar doctrina debido a que tenía una vocación mística colosal pero una inteligencia arrinconada por lo grandioso de su alma.
Desde Ars se convirtió en faro luminoso de fe para toda Europa. Al llegar a Carora, le auguramos a monseñor Luis Armando Tineo Rivera que con su trabajo pastoral será una referencia para toda Venezuela. En esta Diócesis histórica podrá demostrar que la evangelización debe ser por la necesidad de Dios y no por el temor a sus castigos.
Frente al templo de La Pastora en Caracas hay una frase que no tiene desperdicio. Nadie es tan pecador que no pueda entrar. Nadie es tan justo que no necesite entrar. Dios está con nosotros y monseñor Tineo es su mensajero, bienvenido.