Cuando se unen y atan las dos puntas de una cuerda, la cuerda deja de ser longitud para convertirse en un continuo. Parecidamente sucede con lo que pretendemos sea la forma narrada de la crónica. Lo sabía porque me lo había contado, cuando fue rector de la Universidad Fermín Toro, mi amigo el doctor, poeta y escritor Jesús Antonio Herrera: “mis crónicas referida al idioma fueron motivo de lectura, análisis y aplicación por los estudiantes de la mencionada institución. Hasta aquí la crónica se ha desenvuelto longitudinalmente como una cuerda cuyas puntas están en cada extremo. Un buen y propicio día descubro y conozco al periodista Luis Alberto Perozo Padua y la cuerda con la cual he comparado la crónica une sus puntas y conjuntamente las ata. Resulta que el joven fablistán, egresado de la institución antes nombrada, ha recibido de mí educación profesional indirecta cuando en las clases cursaba la carrera de periodista. El encuentro de mi crónica con el periodista que las usaba en sus clases, es el encuentro y juntura de las dos puntas de la cuerda:
Perozo Padua es un joven periodista muy dinámico,de contagiosa disposición, de palabra suelta y desbordante; cabal representante de sus enérgicos años.
Deseo concederle en esta crónica una evocación, sin rigidez, de aquellos momentos de formación suyos, en los cuales, ¡tal vez! en sus clases le llamó la atención el raro proceder de la gente en el uso del idioma.
¿Por qué será que los usuarios de ese adminículo conocido como celular, después de sus fácticas interlocuciones conversacionales, concluyen despidiéndose con estas palabras: ¡Dale, pues! Dale es una palabra compuesta por la inflexión de tercera persona del verbo dar a la cual se une un enclítico de tercera persona: “le”. De modo que la expresión, con el énfasis con la cual se pronuncia, asume características de mandato; Pues, por otro lado, concluye con la conjunción “pues”cuyos valores de significación, aunque los gramáticos sostengan que las conjunciones carecen de significación, son, por demás, manifiesto.
Aunque en el habla no tengamos previa conciencia de lo que decimos. Porque las palabras brotan con inconsciente libertad, es posible que alguno de nosotros, con despreocupada dicción, sin detenerse en el sentido de lo expresado, suelte mostrencasexpresiones, que de inmediato,repitan los usuarios y todos ahora con novelera novedad lasusen. Mayarías, la expresión en los hablantes, se ha hecho común en todos. El idioma, ¡siempre el idioma! Tan necesario para todos, pero con tan poca noción de él, produce con renovada insistencia, expresiones como la comentada que parece desfasada de la realidad y de su significación. A tu ágil mente la entrego : ¡Dale, pues!¡Saludos!
Lectura – ¡Dale, pues!
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