Si pudiésemos tomar una radiografía de las personas que pasan mucho tiempo en la calle: choferes, vendedores ambulantes de los semáforos y trabajadores de la economía informal (buhoneros), observaríamos que sus pulmones son iguales a los de un fumador.
Una realidad terrible, producto de las emisiones contaminantes del parque automotor del país, cuyas consecuencias a la salud no se presentan en corto tiempo, sino que se reflejan con el pasar de los años mediante enfisemas pulmonares y otros problemas respiratorios, algunos de ellos graves como el cáncer.
Según el consultor ambiental y docente de la Universidad Central de Venezuela, Juan Carlos Sánchez, existen dos formas de contaminación del aire que respiramos y que van directo a nuestros pulmones y a la atmósfera. Una de ellas proviene de los gases que salen por el tubo de escape de los vehículos y la otra está representada por los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, que contribuyen a la alteración del clima que ya se observa en el país.
La denominada contaminación a escala local, que se refleja en lo que respiramos los ciudadanos, fue abordada en el Simposio Eficiencia Energética Ambiental, con la participación de más de 10 expertos y organizado por la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) y la Embajada Alemana en Venezuela. Su objetivo fue realizar un estudio sociocientífico y discutir diferentes alternativas para consolidar una propuesta de proyecto que permita mejorar el sistema de transporte en el ámbito nacional, como un primer paso hacia la eficiencia energética.
“Tanto en Caracas como en Barquisimeto respiramos vapores de gasolina y partículas de humo que son sumamente dañinas para el sistema respiratorio, y para enfrentar este problema de salud pública existe un amplio abanico de propuestas, entre ellas ayudar a mejorar la movilidad dentro de las ciudades, lo cual se traduce en que los ciudadanos puedan ir a sus sitios de trabajo, de diversión o a su hogar, de manera más rápida y sin congestionamiento”, apunta Sánchez, quien es co-ganador del Premio Nobel de la Paz (2009) por su participación en el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, en representación de Venezuela.
Pero, los expertos se encontraron con una gran barrera en sus deliberaciones privadas, dada por el precio de la gasolina en Venezuela. “El subsidio de este combustible es muy alto, llega incluso a niveles de locura, porque las pérdidas para la nación oscilan entre 13.000 y 17.000 millones de dólares anuales algo que afecta, más que a la empresa petrolera, a todos los venezolanos porque se traduce en menor disponibilidad de recursos para la construcción de hospitales, de escuelas y de universidades.
Se gasta mucho dinero en gasolina que muchas veces se quema porque vamos a tomar un café a tres cuadras y usamos el vehículo, simplemente porque no nos cuesta nada llenar el tanque”.
Ante esa dificultad, los especialistas coincidieron en la necesidad de intentar estimular el uso del transporte público, hacer que las personas prefieran utilizar ese medio en lugar de sus vehículos propios.
Las encuestas en ese sentido, que se han realizado en diversas ciudades del país, indican que se deben solventar tres fallas, para garantizar el uso de transporte público:
-La calidad y confort del sistema de transporte, lo que implica que las personas puedan ir en una unidad sin tener que escuchar un equipo de sonido a todo volumen o tener que sentarse en un asiento roto.
-Seguridad.
-Puntualidad, lo que refleja el deseo de las personas por llegar a tiempo a sus sitios de trabajo, por ejemplo.
Sustitución de flota
Esas fallas se vinculan a la gerencia de las ciudades y una manera de solventarlas está representada en la propuesta trazada en el evento realizado en la UCLA, que invita a buscar la forma de reemplazar los vehículos de transporte público que trasladan poca cantidad de pasajeros, conocidos como ‘rapiditos’, por vehículos que llevan a una mayor cantidad de personas, pues ello contribuye a disminuir la cantidad de autos en circulación.
“Decidimos que una opción sería incorporar camionetas o miniautobuses que lleven más personas, lo cual pudiera lograrse mediante el establecimiento de pequeñas cooperativas entre los conductores actuales de esos rapiditos; además la Embajada Alemana se mostró dispuesta a explorar distintos mecanismos para llevar adelante la propuesta y lo más interesante fue la participación de representantes de los sindicatos de transporte”, acota Sánchez.
La intención es ejecutar la sustitución de los pequeños transportes por unos más grandes y posteriormente, llevar la propuesta a todo el parque automotor del país. “Se pueden aplicar proyectos de chatarrización, en la que los vehículos viejos y contaminantes, que son como cafeteras que circulan humeando a toda la ciudad, son sacados de circulación pero dándole un incentivo al dueño de ese vehículo para que pueda comprar uno nuevo”.
Sin embargo, más allá de facilitarles la inicial, hace falta buscar alternativas para que la deuda que adquieran sea a una tasa preferencial más baja y un pago extendido. Todas las opciones están abiertas a la discusión, de tal manera que la propuesta es un preámbulo para un gran abanico de medidas de mayor alcance y más ambiciosas que se pudieran llevar a cabo.
Compromiso y participación
Los expertos también coinciden en la necesidad de estimular el compromiso y la participación. Cuando se habla de ambiente, muchas veces, se olvida que se hace referencia también a la salud pública y, desafortunadamente, los más expuestos a la contaminación urbana por emisiones de los vehículos son precisamente quienes deben estar ocho o más horas metidos en el tráfico, junto con los buhoneros.
“Hay que acompañar estas iniciativas con programas de divulgación sobre estos problemas de salud pública y las ventajas que tendría para todos solucionarlos, porque es la única forma de que todos los ciudadanos entiendan que ya no se trata solo del aspecto económico, sino de la salud”, señala Sánchez.
En la reunión de los especialistas se consideró el marco legal nacional, es decir lo fiscal y lo social que abarca lo ambiental, detalla Rafael Javier Rodríguez, director de Cooperación y Relaciones Interinstitucionales (Dicori), dependencia de la UCLA que organizó el Simposio.
“Estamos haciendo la promoción para una reducción de un parque automotor que está envejecido, con más de 15 años de funcionamiento y cuya emisión de gases es mayor y más contaminante. No solo se está considerando el aspecto de cambio climático a través de dióxido de carbono y metano, sino también de salud a través de las PM (micropartículas) que en estos días son muy estudiadas por su posible relación con enfermedades”.
Por supuesto, la intención es también humanizar más las ciudades mediante la propuesta de escala nacional.
Rodríguez destacó el apoyo del gobierno alemán, que ha instaurado esta práctica eficiente desde el año 2009, luego de su crisis económica y ha resultado un éxito. También se ha tomado como referencia a la ciudad de Bogotá, Colombia, con su ejemplo de urbanismo, junto con Guayaquil- Ecuador y Ciudad de México- en México, donde ya han comenzado a interesarse en la iniciativa.
“Es necesario rejuvenecer el parque automotor mediante la sustitución de la flota y la chatarrización de los vehículos envejecidos”, apuntó Rodríguez al tiempo que señaló que la promoción de la iniciativa estará en manos de la universidad y de embajada alemana, así como de los distintos entes interesados.
“Se pretende vincular al ámbito académico, en especial al trabajo comunitario a fin de que se promueva mediante prácticas de cooperativa y economía ambiental que es posible la ejecución de programa. La intención también es que en el Decanato de Ingeniería de la UCLA se comiencen a desarrollar investigaciones sobre emisiones del parque automotor a la atmósfera, que hasta el momento no existen, además de conocer cuántas unidades están circulando y en qué estado se encuentran, estadísticas que son necesarias”.
La mayoría de los datos analizados en el simposio fueron aportados por investigaciones del doctor Juan Carlos Sánchez, y también de algunos provenientes de Fontur y el Sindicato Automotor. “Sin embargo, notamos que la estadística es débil, por ello la intención es comenzar a generar datos”.