También conocido con otros nombres: ACV (accidente cerebrovascular), hemorragia cerebral, accidente cerebro vascular, apoplejía. Cuando el flujo de sangre de una parte del cerebro se corta, esta parte muere en minutos. Las células, al morir, liberan químicos que dañan otras células, dependiendo de la zona, el tiempo, podrá ser tener unas secuelas u otras.
Existen tres tipos
Embolia cerebral: un vaso sanguíneo se bloquea con un coágulo u otra partícula.
Hemorragia cerebral: un vaso sanguíneo se rompe y sangra.
Derrame transitorio o mini ataque cerebral: el flujo sanguíneo se interrumpe solo por un corto tiempo, siendo este inferior a 15m, aunque debe de tratarse como los demás puede ser un aviso de otro más importante.
Pero… ¿realmente son comunes los derrames cerebrales?
Según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) en realidad son la tercera causa de muerte, después de las enfermedades coronarias, y la segunda causa de discapacidad en los países desarrollados.
¿Quién está a riesgo de tener un derrame cerebral? Cualquiera puede tener un derrame cerebral, aunque afecta sobre todo a mayores de 55 años y por igual a hombres y mujeres.
¿Quedarán secuelas? Todo esto dependerá no solo del tipo de ataque, la cantidad del tejido dañado, las funciones corporales afectadas, pero sobre todo de la prontitud del tratamiento.
¿Hay algún síntoma que me pueda poner en aviso? Sí, aunque uno mismo no suele notárselos. Son los demás lo que pueden ponernos sobre aviso si observan alguno de estos síntomas de derrame cerebral.
Debilidad repentina, adormecimiento, acorchamiento de la cara o extremidades.
Mareos, problemas de coordinación, pérdida de equilibrio.
Pérdida del campo visual repentino en uno o ambos ojos.
Dolores de cabeza de aparición repentina y muy intensos.
Dificultad para hablar (afasia)
¿Se puede prevenir un derrame cerebral? Hay muchas cosas que puede hacer:
No fumar, beber alcohol ni cometer excesos (los fumadores padecen entre 3 y 4 veces más ACV que los no fumadores)
Seguimiento y tratamiento adecuado de la tensión arterial, azúcar y colesterol.
Hacer ejercicio físico adecuado a la edad y al estado físico.
Mantener un peso saludable, junto a una dieta sana.
Evitar el exceso de estrés, el trabajo excesivo.