El 28 de agosto de 1963 Martín Luther King brindó su discurso “Yo tengo un sueño”. Aquí les narro la versión chavista/madurista. Comienza la perorata: Estoy feliz en romper con una parte del país. Con los escuálidos. Los apátridas. Los traidores. La pobre clase media. Los pobres brincatalanqueras. Este discurso convoca a la mayor demostración de odio en la historia de nuestra nación.
Hace años, un gran venezolano, el Libertador, consolidó la Independencia. Este importante hecho se convirtió en un gran faro de esperanza para todos. Hoy nos toca cambiarlo. Pero 200 años después debemos enfrentar el hecho trágico que todavía hay periodistas y periódicos independientes. Aún hay propiedad privada. Existen líderes opositores que andan conspirando contra el pueblo. 200 años después hay sindicatos que se atreven a declararse en huelga contra empresas del Gobierno. Diputados corruptos que quieren hablar en el Parlamento como si fuera un gallinero. 200 años después quieren elecciones libres. Se atreven los desgraciados a plantear separación de poderes. Tribunales probos e independientes. Una Fiscalía eficiente y no parcializada. Una defensoría que rete al Poder Ejecutivo. Nada de eso pasará. Y hemos venido aquí, al Cuartel de la Montaña a ratificar nuestra posición de rabia y odio a la Trilogía de la Muerte. A jurar que jamás permitiremos una Fuerza Armada institucional. Que Cadivi y el Banco Central. Que Pdvsa y la CVG serán siempre rojas rojitas y que ni uno solo de los firmantes del revocatorio presidencial, los que aparecen en la lista Chávez/Maduro/Lara/Tascón, ni sus familiares, hijos, cónyuges, padres, primos y demás, podrán trabajar en las empresas estatales, ni contratar y menos colearse en compañías que tengan relaciones comerciales con el Gobierno Revolucionario. Y hemos venido aquí para dramatizar una condición extrema. A decirle a los nuestros grupos armados y violentos. A nuestros motorizados bandoleros. A nuestras comunas privadas que tienen la autorización para invadir, expropiar, secuestrar, tomar por asalto, cualquier empresa en la que los capitalistas explotadores y salvajes pretendan parar la producción aduciendo estupideces tales como que no tienen materia prima.
En un cierto sentido llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar un cheque. Un cheque bien gordo y en dólares. Y si no hay dólares porque los miserables empresarios de VenAnCham, Fedecámaras y Consecomercio se los han robado, entonces cobraremos el cheque en euros tal como lo hicieron nuestros grandes dirigentes en el Fondo Chino. No nos detendremos en céntimos. Queremos cheque de 6 cifras altas. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaratoria de la Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo venezolano sería el heredero. Esta nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de «Vida, Libertad y la búsqueda de la Felicidad». Qué equivocados estaban. Aquí estamos todos los robolucionarios para enmendarle la plana y corregir tan abismales errores. Recuerden que el Socialismo del Siglo XXI lo es todo y que además Cristo fue el primer socialista. Fidel el segundo. Chávez el tercero y Lenin anda bien lejos por allá. Como de 300. A la oposición apátrida le daremos un cheque sin fondos, uno de esos que llaman de goma, para que lo cobren el día del c…. Si es preciso nuestros héroes rojos expropiaran el oro del Banco Central, si todavía queda algo.
Este no es tiempo para entrar en el lujo del enfriamiento o para tomar la droga tranquilizadora del progresismo. Ahora es el tiempo de enterrarnos en el oscuro y desolado valle de la segregación, enrumbarnos hacia el tenebroso camino de la injusticia social. Ahora es el tiempo de hundir nuestra nación en las arenas movedizas de la injusticia política y dirigirlas hacia la quebradiza roca de la segregación, la exclusión y la liquidación de los gobiernos subnacionales, es decir de gobernaciones y alcaldías. Ahora es el tiempo de hacer de la injusticia una realidad para todos los hijos de Dios.
Sería fatal para la nación el no percatar la urgencia del momento. Este sofocante verano del legítimo descontento de los que quieren paz, progreso y libertad, no terminará hasta que venga un invierno revitalizador de amenazas, amedrentamiento, violencia y discriminación.
La elección de alcaldes de 2013 no es un fin, sino un principio. Aquellos que piensan que el venezolano sólo necesita evacuar frustración y que ahora permanecerá contento, tendrán un rudo despertar si la nación regresa a su rutina habitual.
No habrá ni descanso ni tranquilidad en Venezuela hasta que los enchufados tengan garantizados sus derechos absolutos en asuntos militares, civiles, mercantiles, laborales, contractuales, administrativos, fiscales, tributarios, legislativos, judiciales. Los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que emerja el penoso día de la injusticia. ¡Yo tengo un sueño hoy!
@eduardo_semtei