Exigen la destitución de la directora Isabel González, quien hoy se reunirá con ellos.
«Queremos agua»… «Nos están maltratando»… «Hagan algo por favor»… eran sólo algunas de las expresiones de treinta internos de la Comunidad Penitenciaria Fénix, quienes desde las 6:30 de la mañana de ayer, iniciaron una huelga de sangre dentro del recinto penitenciario.
Exigen destituyan a la actual directora, quien según ellos y sus familiares, no cumple con el mandato de la ministra para Servicios Penitenciarios, Iris Varela. «No le pasan agua a los muchachos, se bañan una vez a la semana y les dan muy poquita comida», denunció una de las familiares, quien viajó desde el Zulia para visitar a su hijo.
Ella, junto a otras mujeres, se apostaron en las afueras de la cárcel, mientras los internos salieron por las ventanas de los calabozos de Máxima y Mínima, desde donde gritaban y mostraban algunas prendas de vestir manchadas con sangre, en alusión a que la protesta era de verdad.
Al mediodía de ayer, aún no habían sacado a los privados de libertad heridos. Se presume que los de más gravedad habrían sido atendidos en el puesto de enfermería de la nueva cárcel.
También informaron que los golpean, «les preguntan si quieren más comida y cuando dicen que sí, sacan una tabla gruesa y les dan por la cabeza», dijo Cristina Acosta.
Aseguraron que aproximadamente a las 10:00 am., los sacaron hasta la cancha donde los siguieron golpeando. «Están morados; queremos hablar con el presidente (Nicolás) Maduro, no es justo que los maltraten así. Eso no está apto para vivir, falta parte de la construcción.
En los calabozos de Máxima viven cuatro hombres y tres deben dormir en el piso porque hay una sola cama y les dan un vaso de agua con sal diario para su consumo”. Muchos de ellos, provenientes de Sabaneta y de Rodeo tres, tienen aproximadamente un mes en el recinto, desde entonces presuntamente les pegan a diario, “tampoco les dan comida. El papel higiénico escasea por lo cual deben asearse con su propia ropa cuando van al baño”.
Acosta informó que algunos de los hombres que ahí se encuentran, hacinados, sufren de enfermedades contagiosas y otros de sarna y hongos. “Les dan un cuarto de jabón para bañarse y cuando les cortan el cabello, les hacen cintillos con la misma máquina, como burlándose”.
A las 11:00am., las mujeres enardecidas, decidieron trancar el acceso al lugar y sacaron unas pancartas donde decía: “Huelga de sangre en Fénix”, al rato un funcionario de la Guardia Nacional Bolivariana informó que serían atendidas por la directora pero no fue así.
Más de 3 mil bolívares en gasto
“Tenía un mes sin ver a mi hijo, ayer (domingo) me llevé una sorpresa porque está muy flaco; no le dan comida ahí y la poca que le pasan es muy mala, tampoco nos dan acceso a llevarles”, comentó María Pérez, quien llegó desde Guarenas el pasado sábado y desde entonces ha gastado más de tres mil bolívares.
“Quien sea de muy pocos recursos económicos no podrá venir, imagínate que tuve que comprar unas sandalias y una franela para poder entrar”.
Se supone que el régimen era mejor
Fernanda Ramírez, quien viene desde Mérida dijo que allá le dejaban pasar de todo, “él tiene cuatro años preso de los 10 que le pusieron, pero está viviendo el retardo procesal ya que le dieron beneficio de trabajo pero han hecho caso omiso”.
Su relato no es diferente a los demás: medio bollo con agua es la dieta de su hijo, quien cumple pena por robo de vehículo. “Ahora es peor porque el Grupo de Respuesta Inmediata y Custodia (GRIC) los cuida”.
Afirmó que el viernes les dieron uniformes por la visita, “se supone que ese régimen era para mejorar. Yo me alegré cuando lo trasladaron pero ya no.
No tienen razones para pegarles ni quitarles la comida”.
Ella duerme junto a otras personas al frente de la cárcel, en medio de unos árboles donde cuelgan unas hamacas y pasan la noche, “escuchamos los ecos y gritos cuando les pegan”.