Crónica urbana – Lleno de petróleo y vacío de libertades

Por el año 1938, cuando el país era presidido por el general gomecista Eleazar López Conteras, Barquisimeto seguía siendo una pequeña ciudad de vientos y caminos cruzados que se desahogaba tras haber sufrido veintisiete años de una brutal dictadura. Aunque no existía verdadera libertad ni rumbo cierto hacia la democracia, la gente recobró la vieja costumbre de la conversación y hablaba de todo, hasta de una Ley de Hidrocarburos aprobada ese año, cuyo contenido autorizaba al Estado a desarrollar actividades petroleras.
De tal manera, entre muchas otras cosas de espontáneos comentarios, se habló durante días de la novedosa apertura de Radio Barquisimeto, emisora que salió al aire en el segundo mes de ese año 1938, por iniciativa del empresario Amílcar Segura. En la audición de estreno se presentó un grupo conocido como Trío Clásico, con música y voces de Felipe Musset Bernal, Rafael María Ponte y Rafael Miguel López, actuando además la señorita Ligia Pérez Octavio, quien cantó alegres pasodobles.
Las novedades tomaron altura cuando la Línea Aeropostal Venezolana, ofreciendo prestar buen servicio, realizó el primer vuelo comercial a Barquisimeto. Un aludo bimotor aterrizó en el entonces campo de aviación, ubicado al extremo suroeste a unos tres kilómetros de la ciudad, donde actualmente funciona el aeropuerto Jacinto Lara.
Otro suceso fue la visita que hizo a Barquisimeto el doctor Diógenes Escalante, embajador de Venezuela en Washington, recibido y hospedado en casa del doctor Pablo Gil García, presidente del estado Lara. Aquel distinguido visitante, asomándose a una eventual candidatura a la presidencia de la República, al siguiente día viajó hacia su tierra natal, San Cristóbal, dejando contactos sobre diversos asuntos, entre ellos el tema político.
Por ese tiempo el sustituto del ex gobernante Pablo Gil García, general Lino Díaz, ordenó preservar una superficie arbolada de casi 100 hectáreas al noreste de Barquisimeto, esto con el fin de crear un parque botánico que años después se construyó, en menor espacio, con el nombre Bararida. Más allá, hacia el Este, los barquisimetanos disfrutaban de una laguna llamada Patarata, embalse donde se paseaba abordando livianas canoas de madera.
Aparte de esta diversión, empresarios de la fiesta brava promovieron la apertura del Nuevo Circo de Barquisimeto, placita de toros inaugurada en la calle Lara (actual 24), entre calles Bruzual y El Carmen (ahora carreras 22 y 23). Torearon en aquella oportunidad los espadas Alejandro Campos y Carnicerito de Málaga, aplaudidos en tarde de mucho público con la presencia de bellas mujeres y encendidos arreboles.
En medio de gran expectativa, también en 1938 estuvo en Barquisimeto el comediante mexicano Carlos López “Chaflán”, intérprete de la exitosa película Allá en el Rancho Grande. Se presentó en algunos cines y fue invitado a un juego de béisbol entre los equipos Hispano y Taylor, en el Estadio América. Y por ese mismo año un hábil pelotero, Antonio Fréitez, se convirtió en el primer larense participante de un evento internacional cuando representó a Venezuela en los IV Juegos Centroamericanos y del Caribe, realizados en Panamá.
Se comentaba del quehacer periodístico, en especial del contenido de EL IMPULSO, cuya edición se vendía bien temprano en librerías y mediante algunos distribuidores en bicicleta. Ese año de 1938 el hoy Decano de la Prensa Venezolana publicó por primera vez una tira cómica, representación de dibujo animado con los personajes Benitín y Eneas.
Así, vigilante de esperanzas en su encrucijada de vientos y caminos, por encima de las rutinarias conversaciones en las que iban surgiendo voces de múltiples quejas y desacuerdos, Barquisimeto deseaba despejar rancias telarañas dictatoriales en un país que por aquel tiempo estaba lleno de petróleo y vacío de verdaderas libertades.