Muchos nos hacemos esa pregunta y algunos hasta tenemos nuestras propias, ideas al respecto. Y una vez se la hicieron a Jesús (cf. Lc. 20, 27-38). Le presentaron el caso de una mujer que fue viuda consecutivamente de siete hermanos. Y le preguntaron: después de la resurrección, “¿de cuál de ellos sería esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?”.
Jesús responde con mucha claridad: “En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura -los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos- no se casarán ni podrán ya morir, porque serán semejantes a los Ángeles. Y serán hijos de Dios, pues El los habrá resucitado”.
De esta amplia respuesta podemos sacar enseñanzas muy importantes sobre la vida del mundo futuro:
1. Hay una vida futura. La verdadera Vida comienza después de la muerte. Esta vida es sólo una preparación para esa otra Vida. Por eso rezamos en el Credo: “Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”.
2. Todos estamos llamados a esa Vida del mundo futuro, en el que viviremos “resucitados”, en una vida distinta a la del mundo presente. Pero no todos llegaremos a esa Vida: nos dice Jesús que sólo “los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos”. La voluntad de Dios es que todos los hombres y mujeres nos salvemos y lleguemos a esa Vida del mundo futuro. Pero como nos advierte el mismo Cristo sobre el momento de la resurrección de los muertos: “Llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán la voz del Hijo de Dios y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, pero los que obraron mal resucitarán para la condenación” (Jn. 5, 28-29). Todos resucitaremos, pero unos resucitarán para la Vida y otros para la condenación.
3. En el Cielo no habrá matrimonios: “en la vida futura no se casarán”. Es cierto que estaremos junto con los demás salvados, incluyendo nuestros seres queridos salvados, pero lo importante en el Cielo será vivir en la plenitud de Dios.
4. Llegaremos a ser inmortales: “no podrán ya morir y serán semejantes a los Ángeles”. La vida en el mundo futuro no significa que volveremos a esta vida terrenal. Tampoco significa que vamos a re-encarnar; es decir, volver a nacer en otro cuerpo que no es el nuestro. La re-encarnación, además de ser imposible, es un mito negado en la Biblia y herético para los cristianos. Más bien seremos como los Ángeles, que son bellos, inmortales, refulgentes, etc. Al resucitar tendrá lugar la reunificación de nuestra alma inmortal con nuestro cuerpo mortal, pero éste será glorificado en ese mismo momento … como el de Cristo después de resucitar, como el de la Santísima Virgen, asunta al Cielo en cuerpo y alma.
5. Seremos verdaderamente “hijos de Dios, pues El nos habrá resucitado”. Y ¿es que no somos ya hijos de Dios? Todos somos creaturas de Dios. Pero “son hijos de Dios los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios” (Rom. 8, 14). Y “los que lo recibieron, que son los que creen en su Nombre, les concedió ser hijos de Dios” (Jn. 1, 11-12). Entonces, sí somos hijos de Dios, si estamos en gracia, pero a partir del momento de nuestra resurrección lo seremos plenamente, pues seremos como El, ya que estaremos purificados totalmente del pecado y de todas sus consecuencias. A esto se refiere San Juan cuando nos habla de nuestra nueva condición: “Amados: desde ya somos hijos de Dios, aunque no se ha manifestado lo que seremos al fin … seremos semejantes a El, porque lo veremos tal como es” (1 Jn. 3, 2).
¿Cómo seremos al resucitar?
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Buena Nueva – ¿Habrá matrimonio en el cielo?
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