Enlace. Daniela Rojas y Carlos Alberto Flores
Cuando la palabra se omite… se transmite
Muy callado estuvo Carlos Alberto en el romántico recorrido por la orilla de la playa, al que invitó a su novia Daniela, la última noche de un viaje a la paradisiaca isla de Curazao. Las imponentes playas de este país, fue el lugar escogido por este caballero, para dar el gran paso y pedirle a su bella novia, a tan sólo horas de partir a Venezuela, que compartieran sus vidas, ahora y para siempre.
Pero aun y cuando estas vacaciones fueron minuciosamente planificadas por él con ese firme objetivo, y fuere precisamente este viaje obsequiado como regalo de cumpleaños a su amada, la propuesta pudo hacerse efectiva, sólo cuando en su tercer intento de emitir las palabras perfectas para llegar directamente al corazón de Daniela, una mirada de ella llena de susto e intriga, cruzó con la suya, y Carlos Alberto no pudo más que sacar de su bolsillo el anillo y deslizarlo tiernamente en su dedo, rompiendo la tensión de este sentimental momento para los dos, dándole rienda suelta al verbo de sus intenciones.
En tres años y nueve meses de noviazgo fortalecieron la unión de esta joven pareja, que comenzó con un encuentro casual por amigas en común. Poco a poco se fueron conociendo, enamorando y creciendo juntos, y a la par su amor.
La historia de estos sencillos y alegres novios, inició un capítulo más, con la bendición de sus padres, familiares y amigos, que compartieron con ellos en su boda eclesiástica, y en la celebración de este magno evento.
Con amor, fue hecho cada elemento en esta recepción. El tradicional pastel de matrimonio, fue obra de la mejor amiga de la novia, Leomar Ramírez, y los exquisitos postres que pudieron degustar los asistentes, fueron elaborados por la madrina de Daniela, Johanna Guzmán.
Ambos escogieron el tono lila, para darle toques de color al festejo, como las flores, la mantelería, los capacillos de los canapés, y hasta la iluminación del salón, que formaron delicadamente un romántico conjunto degradé violeta, en los reflejos de los cristales, espejos y platería dispuesta en el lugar, creando una combinación perfecta entre un estilo moderno, sobrio y muy chic.
Aura Marina Rodríguez
Fotos: Antonio Barbiero