La pequeña amiga de Dios, Teresita del Niño Jesús, es fuente de inspiración para quienes quieren acercarse a la santidad desde lo cotidiano. Aún en la clausura, tuvo el fuego de los apóstoles por amor al Evangelio y la salvación de las almas.
“Cuando muera, enviaré una lluvia de rosas”, dijo Teresita del Niño Jesús justo antes de morir en los brazos del Señor, en Lisieux, Francia, el 30 de septiembre de 1897. Desde entonces hasta nuestros días, la propuesta espiritual de la Patrona Universal de las Misiones se ha extendido en todo el mundo bajo la orden de los Carmelitas Descalzos.
Por primera vez, las reliquias de esta santa visitan nuestro país, en un peregrinar que promete avivar la fe de todos los católicos y fortalecer el camino espiritual de las almas que desean acercarse a Dios.
Teresita no era una santa común. Desde pequeña sintió un amor profundo por Jesús, vocación que le llevó a convertirse en carmelita descalza a la edad de 15 años.
Aún en la clausura, apartada para Dios, sintió el llamado a orar por las almas alejadas de su gracia. “Dame Amor mío el fuego de un apóstol, por un día no más”.
En su caminito espiritual, la Doctora más joven de la Iglesia, entendió que la santidad no es otra cosa sino hacer “pequeños actos heroicos por Dios”, en lo cotidiano, en la vida común. “En lugar de desanimarme, me he dicho a mí misma: Dios no puede inspirar deseos irrealizables; por lo tanto, a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad».
Un regalo inigualable
En medio de las duras realidades que vive el país, brilla Teresita del Niño Jesús como un recordatorio del profundo amor de Dios por la humanidad. Así decía la santa: “Vivir de amor es disipar el miedo, aventar el recuerdo de pasadas caídas. De aquellos mis pecados no veo ya la huella, junto al fuego divino se han quemado.”
A lo largo del camino, aprendió que la oración es un tratado de amistad con el Rey del Amor. “Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús.»
La visita de las reliquias de la santa es un regalo inigualable para nuestro país. El pasado 28 de octubre llegaron al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, custodiadas por religiosos de todo el mundo y recibidas por la delegación de Frailes Carmelitas Descalzos.
El peregrinar en tierra venezolana inició en Distrito Capital, prosiguió en Aragua, Carabobo y Yaracuy.
Barquisimeto también será bendecida. Las reliquias estarán en nuestra ciudad desde el 16 de noviembre hasta el 23 del mismo mes.
También le corresponderá a los estados Zulia, Mérida, Táchira, Trujillo, Barinas, Nueva Esparta, Sucre, Monagas, Bolívar y Vargas, recibir esta hermosa gracia de Dios.
Devoción que crece
Tras su muerte, la autobiografía de Teresita del Niño Jesús fue compilada en un libro llamado Historia de un Alma, que se publicó el 30 de septiembre de 1898 con 2 mil ejemplares. La segunda edición tuvo lugar en mayo de 1899 y en el año 1900 se publicaron otros 6 mil ejemplares.
Tras la publicación de la vida de la santita, numerosas personas comenzaron a peregrinar hasta su tumba en Lisieux, formándose todo un movimiento que promovió la exhumación de su cuerpo para ser trasladado desde el cementerio hasta la capilla del Carmelo.
La beatificación de Teresa fue en Roma el 29 de abril de 1923 y el 17 de mayo de 1925 tuvo lugar la canonización.
Desde entonces, quienes se acercan a sus reliquias han dado testimonio de milagros y conversiones a lo largo y ancho del mundo.
En el documento publicado en el año 97 por el Papa Juan Pablo II para su proclamación como Doctora de la Iglesia, expone:
“Con la infancia espiritual experimentamos que todo viene de Dios, a Él vuelve y en Él permanece para la salvación de todos, en un misterio de amor misericordioso… Santa Teresita del Niño Jesús no sólo es, por su edad, la Doctora más joven de la Iglesia, sino también la más cercana a nosotros en el tiempo; así se subraya la continuidad con la que el Espíritu del Señor envía a la Iglesia sus mensajeros, hombres y mujeres, como maestros y testigos de la fe”.
En este tiempo de gracia para Venezuela, prepare su corazón para recibir las innumerables riquezas que Dios tiene para regalar.
¡Bienvenida Teresita, intercede por nosotros ante el Señor!