Una de las cosas que más me sorprende de muchos predicadores y líderes cristianos, es el criterio que no debemos llorar cuando atravesamos un momento difícil en nuestra vida, en función a la fe en Dios y sus promesas que tenemos Y eso es un error. Somos seres humanos débiles. Cuando entró el pecado en esta tierra, la fortaleza que Dios nos había dado en Adán se desvaneció, y el dolor, la tristeza y la incertidumbre tomaron por asalto el corazón del humano. Entonces, el llorar es una consecuencia natural que el pecado trajo a la vida del hombre. Y sirve, para drenar todo pesar que agobia el alma viviente.
Cuando el Señor Jesús llegó a Betania en busca de su amigo Lázaro quien estaba enfermo. A pesar que sabía había muerto, se conmovieron sus entrañas. “Jesús entonces, al ver que María y los judíos que venían con ella lloraban, se estremeció en espíritu y se conmovió. Preguntó: «¿Dónde lo pusisteis?» Respondieron: «Señor, ven y ve». Y Jesús lloró.” Juan 11:33-35. A pesar, que el llanto de Jesús se centraba, en que veía los terribles efectos de la transgresión de la ley de Dios. Por el dolor de la familia humana de todos los siglos, seguramente recordaba también la forma alegre y sincera como lo recibía Lázaro cada vez que llegaba a su casa cansado. De seguro extrañaría su mirada de amor y bondad al entrar por la puerta. Extrañaría el acto bondadoso de lavarle los pies cuando llegaba, como se acostumbraba en esa época y en esa región.
¿Y si Jesús lloró, que era el mismo Dios encarnado en el hijo Jesucristo? ¿Si el Dios de los cielos lloró. Si el Creador del universo. El omnipotente, omnisciente y omnipresente lloró de tristeza en la muerte de su amigo? Aún sabiendo que lo iba a resucitar. ¿Cómo no vamos a llorar nosotros, pecadores imperfectos, cuando perdemos a un ser tan querido?
¿Cómo no llorar, al recordar esas palabras de alegría cuando Jorge Enrique nos escribía mensajes como estos? ¡Vieeejooooo te amo! !Vieeejaaa amada, linda y preciosa te amooooo mas que a mi vida! ¡No hay un lugar en el mundo que pueda medir cuanto te amooooo mi vieja querida!!Te amo de aquí a la luna y dos cuadras más allá! ¿Cuándo vienen para estar pendiente, mi amada madre? ¡Si va vieja, plomo! ¿Cómo no llorar al recordar esos ojos tristes que llenaban su joven rostro, cuando bajaba la cabeza arrepentido por lo mal hecho? ¿Cómo evitar entristecerse al traer a nuestra memoria esa linda e inocente sonrisa cuando se levantaba, caminaba hacia el baño y nos lanzaba un tierno beso? ¡Imposible! ¿Y cómo no abatirse cuando vemos el sufrimiento de nuestros familiares al experimentar el dolor de su ausencia?
¿Y si Jesús lloró, por qué nosotros no? ¡Cuan equivocados están los predicadores de la prosperidad! Cuánto daño le están haciendo al Evangelio de la Verdad de nuestro Señor al decirle a la gente que el cristiano no puede sufrir. Que no puede tener necesidades. Que no puede ser pobre. Cuando Jesús fue “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto” Isaias 53:3. Y cuando le dijeron que le seguirían a donde quiera que fuera “Jesús le contesto: «Las zorras tiene cuevas y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza» Mateo 8:20. Entonces ¿para qué mortificar la vida de los humildes cristianos haciéndoles creer que no tienen derecho a sufrir, a padecer necesidades y a tener problemas? Esa sería la obra del diablo. Para que tarde o temprano el creyente crea que es un abandonado por Dios, por sus pecados.
Lo que Dios sí nos dice, es, que no nos entristezcamos como los que no tienen esperanzas. Que suframos, si. Que lloremos, si. Que recordemos con tristeza a nuestros amados que murieron, si. Pero que no desesperemos. “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. (1 Tes. 4: 13.) Por cuanto Dios, siempre estará a nuestro lado. Y nos lo devolverá con un cuerpo incorruptible cuando venga por segunda vez. Es por ello, que nos estamos preparando. Así lo hemos creído. !Amén!
¡Nos encontraremos el martes que viene, con el permiso de Dios! “Porque el mismo Señor descenderá del cielo con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero”. Dios.
Reflexión – ¿Prohibido llorar?
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