De su amada Cuba habla con inmediatez, como si fuera ayer lo que vivió. De Venezuela suspira con pasión, porque ama este país, del cual no piensa irse, porque fue aquí donde encontró su felicidad, libertad y formó su familia, él es el autor del libro Viviendo con los recuerdos, José Fidel Prieto Zayas.
Un hombre alto, de ojos claros, con una mente veloz y una memoria envidiable para quienes lo escuchan. Apasionado por la escritura, realizó sus primeras líneas siendo un niño, y sin saberlo, se fue convirtiendo en un escritor autodidacta, quien escribía todo lo que le sucedía, así fue guardando papeles y notas hasta conformar un gran baúl de anécdotas, que hoy, gran parte, están plasmadas en este texto.
Un libro que es un viaje a su tierra natal, donde un joven de 23 años le tocó hacer peripecias para sobrevivir, un soñador que anhela respirar en un país con libertad y democracia. Por sus ideales fue perseguido y casi asesinado por sicarios de una dictadura militar. Y cuando pensó haber encontrado su sueño, nuevamente fue perseguido por un sistema político llamado comunismo.
EL IMPULSO conversó con el autor, quien manifestó que cuando pensó hacer este libro nunca quiso hacer una biografía. «Quería presentar la historia de un joven que existió, que tuvo unos sueños, quien pasó por situaciones muy difíciles al seguir un sueño de libertad y de democracia, conceptos que aprendió a medida que estudiaba».
– Si no quería que leyeran la historia como su vida, ¿qué busca con su libro?
– Quiero que sirva de reflexión para la juventud actual, y para las mismas familias, que comprendan lo que le pasó a ese joven. Porque en la juventud está el sueño de creatividad, de enfrentarse a situaciones que son bruscas, porque no coinciden con sus pensamientos originales. Mostrar sus pocos años de lucha, donde prevalecían sus ideales, los cuales surgieron cuando estudiaba, incitado principalmente y provocado por un profesor, porque en la historia de la juventud siempre hay un modelo que se sigue, que se adquiere de las enseñanzas mientras se estudia.
– ¿Cuál profesor influyó en su vida?
– En mi caso fue el profesor de Cívica y Moral que era la asignatura que te hablaba de los principios de la sociedad y del comportamiento. Ese profesor, que era una persona mayor y con mucha experiencia, de quien pudiera decir que también fue un soñador, nos transmitió ese sueño 10 minutos antes de empezar las clases, cuando nos hablaba de democracia y libertad. Yo que venía del campo, de una escuelita rural, nunca había escuchado hablar sobre esos conceptos, para mí fue un nuevo mundo. Me fanaticé con la idea griega donde surge la verdadera democracia en Atenas, sobre la plaza, el Ágora, donde se discutían los problemas de la república, ahí me fui empapando y amando lo que él decía.
– ¿Cómo puso en práctica lo que iba aprendiendo?
– Me involucre después en la dictadura de militares, que poco a poco, como toda dictadura, va apretando la sociedad, frenando las protestas y los sueños de esa juventud que siempre existe. Pero ningún poder de fuerza puede contra una juventud, y estudiantes menos, sin yo darme cuenta me fui involucrando en todo, buscaba la libertad y la democracia.
– ¿Se considera un guerrero?
– Sí, pero un guerrero de ideas, no de armas. Siempre he pensado que con las ideas se puede llegar mucho más lejos que con las armas, esa es la verdad. Me fui desarrollando y cooperando con los movimientos, hasta que un día, como suceden en todo los casos, somos descubiertos, y no me quedó más remedio que tratar de ser un guerrero de armas. Aunque mi hermano, que era cuatro años menor que yo y jefe guerrillero, consideró que yo no era de armas, sino que debía salir del país para representarlos y seguir con el mensaje de lo que significaba las ansías del pueblo cubano de tener democracia.
– ¿Cómo fue cuando llegó a Venezuela?
– Cuando llegué a Venezuela, no pasaron dos, tres o cuatro años, cuando ya tenía un pedacito de tierra en el campo, era imposible desligarme de eso. Llegué frustrado, luego de la experiencia que tuve en Cuba, de la revolución, donde me integré soñando que íbamos a transformar la sociedad del ser humano, de facilitarle una calidad de vida cónsona con los sueños, pero no sucedió. En Venezuela comencé una nueva vida. Ahora para mí éste es el mejor país del mundo, donde hice mi familia.
– ¿Cuál es su opinión sobre las dictaduras de Cuba?
– Indiscutiblemente la dictadura de Batista fue sangrienta, pero nunca tan sangrienta como el sistema comunista que se implantó con Fidel Castro, eso es una realidad. Yo salí de Cuba y pensé en escribir lo que había sucedido, lo que había observado y lo que había pasado a ese joven. Escribí mucho, mucho más de lo que hay en este libro, aunque después quería quitarle un poco de cosas a este texto, porque escribir un libro es fácil, lo difícil es conseguir gente que lo lea.
– ¿Cómo fue vivir esa época?
– En aquella época las condiciones internacionales, y el pensamiento que había a nivel colectivo fuera del país, era de todos los que opinábamos en contra o decíamos lo que habíamos visto en Cuba en contra de la revolución; por eso, nos decían que éramos unos asalariados del imperialismo americano y de la CIA, esa era la palabra básica de ellos, porque si decíamos algo en su contra, afirmaban que nos pagaban los americanos. Yo guardé todos esos papeles que había escrito, mucha correspondencia con los amigos, y todo eso me sirvió para hacer este libro. También creamos una revista en Miami, que todavía tenemos, la editamos todos los meses, donde mantenemos el pensamiento contestatario del sistema, ya tiene 50 años.
– ¿Viviendo con los recuerdos es un libro aleccionador?
– Sí, aunque yo no lo pongo como un texto literario, intelectual o de profundidad incompresible, sino que lo hago sencillo. Cuento lo que le pasó a ese joven, que conozcan quién era. Los lectores se van a encontrar con pequeñas historias de un chico de 23 años, sus amores, crecimiento y vivencias de su pasado. Es una narrativa, que es muy distinta a una novela, porque aquí sin darte cuenta, a medida que lo vas leyendo, de pronto te metes en el libro y estás acompañando al autor, haces una compenetración más grande entre en el que narra y quien lo lee. Llega un momento que no sabes si eres la persona que está en el libro o es otra, esa es la importancia de la narrativa, aunque reconozco que no soy de los mejores en esta faceta.
– ¿Cómo siente a Venezuela en estos momentos?
– Me queda la tranquilidad, a pesar del desasosiego que se está viviendo actualmente el país, de que existe una juventud y una decisión de no aceptarlo, cosa que no tuvimos oportunidad en Cuba, porque al triunfo de la revolución, a los pocos meses, al año, se habían cerrado todas las ventanas que existían para la discrepancia y para la protesta, se cerraron con castigos terribles de fusilamiento. Cualquiera era condenaba a 20 o 30 años por el simple hecho de decir que iba a pasar hambre.
– ¿Qué le dice a sus nietos?
– Siempre le hablé a ellos de todo esto, porque quería que tuvieran bien claro lo que eran los sistemas políticos. Porque mucha juventud no tiene la más mínima idea de lo que son las estrategias que usan las distintas filosofías políticas. Quería que ellos despertaran de esa nube que vive la juventud y que se enfrentaran a la realidad de la vida; por eso siempre le contaba sus recuerdos.
Expresó que para mantener fresco el pasado «hay que estar recordándolo continuamente, tratando de no cambiarlo, que sean aquellos episodios que tuviste el primer día, y esos jamás se te van a olvidar».