Frente al futuro de la humanidad la prospectiva nos obliga a ser pesimistas, a menos que todo cambie y nosotros cambiemos. Se necesitan nuevos paradigmas, nuevos dirigentes, nuevos proyectos, para cambiar el rumbo y evitar que el siglo XXI termine en un caos. Frente a nosotros la crisis ecológica, financiera, cultural y social, es cada vez es más grave, sin dejar de lado la expresión militar y las confrontaciones en todo el planeta. El occidente y especialmente Estados Unidos presentauna de las peores etapas de su historia con el reciente Shut Down, que casi lo lleva a la ingobernabilidad y con su crisis financiera que golpea a todo el planeta. Europa termina su sueño de la integración en democracia y desarrollo, con situaciones tan graves como las de Grecia, Italia y España. El tercer mundo con el precio más alto de sus materias primas, como es el caso nuestro del petróleo, despilfarra los inmensos recursos que genera, dejando hipotecadas a las futuras generaciones. La amenaza nuclear estámás presente que nunca con Estados fallidos como Corea del Norte y proyectos nucleares como los de Irán. Nueve países con bombas nucleares y muchos otros a la espera del armamentismo atómico. Casos como la reciente guerra de Siria pudo haberse convertido en un conflicto regional y mundial por los actores involucrados Iran, Israel, EEUU, Rusia, China, Francia e Inglaterra. Tragedias y desastres de carácter natural y tecnológico azotan l planeta como Fukushima en Japón, Chernóbil en Rusia. Desaparecen las especies, se desertifican los bosques, se derriten los polos, la contaminación del aire y del agua, atentan contra la vida. El hombre se creyó con posibilidad para conquistar el mundo y hacer que la naturaleza le obedeciera, pero hoy es víctima de su propio desarrollo. Solo contamos con un medio ambiente y de seguir así pronto tendremos un cuarto.Ni los políticos, ni los sacerdotes, ni los militares, ni los economistas y menos los lideres mesiánicos han encontrado soluciones para que el futuro nos alcance. No importa quién nos gobierne mañana, ya sean los Estados Unidos, China, Rusia, India, Europa o algunas combinaciones entre ellos, todo refleja oscuridad. Fracaso el modelo capitalista con sus realizaciones, pero también la alternativa comunista y eso lo demostró la caída del Muro de Berlín. La demografía no podrá ser alcanzada por la agricultura y por la industrialización. Cada vez son más los pobres y menos los alimentos.
Fracaso el nuevo orden mundial con justicia y paz después de las amargas experiencias del nazismo, fascismo y del comunismo no se impuso los valores propios de occidente de la libertad, el mercado y la democracia y a pesar de mejorar las condiciones de los pobres, la clase media se hace más rebelde y exige transparencia y eficiencia a los gobiernos, por eso las manifestaciones en Brasil y en Turquía. La primavera árabe que ofrecía un futuro distinto a las dictaduras tradicionales del medio oriente, ha facilitado el acceso al poder de los Hermanos Musulmanes y su intento de instaurar gobiernos teocráticos como ha ocurrido en Egipto y en Túnez. En Libia termino Gadafi pero parece muy lejana la democracia. Los jefes de estado y los jefes de gobierno en las monarquías y en las repúblicas poco pueden con la crisis económica mundial, las instituciones internacionales y en especial la ONU parecen anquilosadas, los mercados se han hecho mundiales pero controlados por monopolios. Las migraciones muestran su rostro trágico como fue el reciente drama deLampedusa. Ya no solo es el átomo sino las armas biológicas y químicas las que anuncian los futuros apocalipsis, cada día los terremotos, los tsunamis, los ciclones nos alertan sobre la fragilidad de nuestras sociedades. Seguramente los Estados Unidos perderán su importancia militar, tecnológica y financiera, pero quien garantiza que las potencias que vengan ofrezcan mejores realidades. Ningún poder pareciera poder controlar los grandes problemas que se avecinan. Un caos multidimensional y una anarquía generalizada parece instalarse cada día, con desigualdades extremas, guerras regionales y los nuevos jinetes del apocalipsis: el narcotráfico, el terrorismo, la corrupción y la delincuencia organizada, con la espada de Damocles de la proliferación de armas y los desórdenes climáticos. Ni los organismos internacionales, ni los sistemas de integración, ni el G-20, ni las ideologías viejas o nuevas ofrecen alternativas, las potencias emergentes como China, India, Brasil, México, Turquía, Sudáfrica tampoco garantizan una valida alternativa para la paz y la seguridad internacional.
La única solución frente a este oscuro panorama es el llamado a la ética y a la conciencia del destino común de la humanidad. Ética en la política, en la diplomacia, en la economía, en la cultura. Comportamientos morales comprometidos con la verdad, con la libertad, con la justicia.
Nota: en el próximo articulo haremos referencia a esto.
Brújula internacional – Frente al caos sí hay esperanza: La ética
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