La bailaora Siudy Garrido estrenó su espectáculo Flamenco íntimo en el Teatro Juares. Zapateo, cante y melodía marcaron la presentación que demostró las bondades del arte.Improvisación, fuerza y pasión. Así fue la presentación aclamada por la multitud de la ciudad crepuscular.
Siudy Garrido honró sus anécdotas, ilusiones, quimeras y recuerdos en el tablao. Barquisimeto fue el refugio de su pasión en pleno estreno de Flamenco íntimo. El espectáculo agitó el Teatro Juares el sábado ante más de 500 personas.
La aclamada Siudy Garrido entrelazó varias historias signadas por la alegría, la melancolía y la pasión. Entre movimientos expresó que su luz interior resplandece gracias al arte.
Ocho bailaoras la acompañaron en aquel viaje de sentimientos que se hizo danza gitana.
El repertorio inédito del español José Luis Rodríguez condujo ese viaje de emociones. Manuel Gago en el cante, Adolfo Herrera en la percusión y el propio José Luis Rodríguez en la guitarra condujeron la puesta en escena configurada por bulería, rondeña, seguirilla, alegrías y la soleá.
Flamenco puro y actual
Abrió el telón y arrancó esa travesía bautizada Flamenco íntimo. La fuerza marcó el primer número, donde se ilustró a la ciudad y su ritmo arrollador. Tres amigas, una pareja cansada de la rutina, una bohemia escondida en los libros, un marinero a punto de partir y un guitarrista ilusionado surcaron el escenario para arrancar con la función.
Esa ciudad se tornó gris, pero llegó la danza gitana para devolver la luz. No hay sombra que disipe al flamenco.
Las bailaoras se desplazaron con cubos radiantes que representaban la dicha, los momentos guardados que se dicen con movimientos en vez de palabras. Siudy entró con pasión al escenario, se apoderó de los sonidos y enamoró con su magistral zapateo. Ella demostró su carisma elegancia y prodigio.
Al compás de la guitarra se levantó el segundo número. En clave de nostalgia, Manuel Gago entonó Novia en La Habana. Y Siudy conquistó al público gracias entre giros, picardía y palmadas.
En perfecta sinergia, las bailaoras seguían en esa travesía relatada con el cuerpo, el sentimiento y la destreza.
Mil y un relatos cobraron se hicieron sentir al ritmo del zapateo.
Siudy regresó más gestual y enérgica para compartir lo intangible, lo intrínseco de su ser y el de su elenco. La artista natural de Caracas sedujo a los guaros al abrir ese cofre de sentimientos. Su interpretación se hizo danza, canción y metáfora.
Coreografías sobresalientes y lecturas musicales plenas de virtuosismo definieron la presentación ovacionada cada instante.
Flamenco íntimo no sólo reveló anécdotas personales. El público se identificó con esa lucha por impedir que el brillo se opaque. El espectáculo recreó con virtuosismo los deseos y anhelos humanos.
