El saldo rojo sigue en aumento, mientras en casa la quiebra es total (0-8), con diez reveses preocupantes en menos de tres semanas de torneo. A las recurrentes fallas del pitcheo de retaguardia se une una falta de oportunismo no menos insistente. La Guaira le sirvió la mesa a Lara con seis boletos y tres pelotazos, pero con gente en bases la producción es mínima, una carrera en 12 chances con las bases llenas. En el séptimo, Cardenales hizo tres y plenó las almohadillas con un out. Pederson elevó a la izquierda y Montero se ponchó, para dejar en tres rayitas un inning que debió ser grande. El manager Grifol ensaya con variantes, aunque no hay muchos cambios de nombres. En el turno del abridor se promedió menos de .200 y ello obliga a buscar opciones día a día. Los guaros conectaron sólo dos hits en seis episodios y un toque afortunado en el séptimo no fue aprovechado abiertamente. De hecho, en los últimos dos encuentros 22 corredores se han quedado en circulación.
La Guaira llegó a Barquisimeto con cinco reveses en fila. Anoche ejecutó mejor y bateó más, un total de 13 hits. Sus hombres de arriba hacen mucho daño y la rapidez no es fácil de contrarrestar. DeFrancesco movió como de costumbre sus piezas y utilizó hasta ocho tiradores. Para Cardenales la encomienda fundamental sigue siendo la misma, sacar los outs en el tercio de cierre. De las 70 anotaciones recibidas, 40 fueron en esos tres episodios fatales. Así es imposible ganar, sobre todo si no hay un ataque que contrarreste esa falencia. Nada fácil la situación, pero hay que alzar la frente en busca de una urgente racha positiva. La ausencia de toleteros como Jiménez y Valbuena cada día es más notoria. Hoy se recurre a un abridor de emergencia. Moisés Hernández tendrá la bola tratando ante los mismos Tiburones de cortar una cadena adversa que tiene de cabeza a muchísima gente.