Páginas de la Historia…Disciplina y coherencia

Desde el punto de vista del creyente en Dios, y de la disposición que tengamos, hacia lo que representa en nuestra vida; la disciplina y la coherencia juegan un papel determinante para reanimar y vigorizar la fe, base fundamental de la doctrina cristiana.
Trasladar esta conducta a la sociedad equivaldría a pensar, y evaluar, obviamente, ¿qué tipo de relación llevamos con Dios? Una comunicación de negocio, de servicio a domicilio, o de acuerdo y de condicionamiento, de católicos light, o de compromiso real?
Encontramos que el término disciplina se refiere a: El acatamiento a la doctrina de la moral, y la coherencia, como la relación y unión entre las acciones y las ideas, necesario para seguir el camino de Cristo y conseguir la salvación.
Educar en valores, eso es instrucción, docilidad y obediencia. Respetar las normas de un hogar a propios y extraños, eso es sumisión y orden. Que actuemos con prudencia y respetemos los derechos de los demás, del prójimo, eso es afinidad y correspondencia, por poner un ejemplo. Pues bien, igualmente para con Dios, si realmente somos creyentes y comprometidos con su palabra.
Cuando aprendemos a considerar y tolerar las ideas ajenas, en esa medida obstaculizamos la crítica y la murmuración, cuando renunciemos al esfuerzo por mejorar al otro, nos libraremos de  preocupaciones inútiles. Si, ser sensibles ante el agobio ajeno, pero inmune a sus máximas y seducciones, en esos términos y otros tantos, estaríamos siendo coherentes con la fe que profesamos.
Si damos el ejemplo, la disciplina y la coherencia, no tardarán en aparecer. Trabajemos por el fortalecimiento de valores humanos y espirituales, y poder así, tener familias que respondan a los más altos intereses de honestidad, disciplina y coherencia.
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