Arabia Saudita ha sorprendido al mundo con la renuncia al puesto en el Consejo de Seguridad, que recientemente había conquistado a pesar del interés que había manifestado para formar parte del más importante órgano de decisión de la ONU.
La molestia la justificaba por la necesaria reforma del actual sistema de Naciones Unidas y especialmente los cambios en el Consejo de Seguridad, para servir a la paz y la seguridadinternacionales. Criticaba la ausencia de una solución justa y permanente a la causa palestina luego de 65 años de confrontaciones, como la ineficacia de este organismo frente al “gobierno de siria” que “mata y quema a su pueblo con armas químicas”; y la incapacidad de la ONU para implementar una región libre de armas de destrucción masiva, seguramente refiriéndose a Israel e Irán. Esto ratifica la actitud asumida en la 68 Asamblea General, cuando el canciller de Arabia Saudita sin previo aviso retiro su derecho de palabra en el tradicional discurso que pronuncian los Jefes de Estado y los Ministros de Relaciones Exteriores. Por su puesto que tratándose del mayor productor y exportador de petróleo y un cercano aliado de Washington, llama la atención y obliga a una explicación. La monarquía saudita está molesta con la diplomacia de Barack Obama en el Medio Oriente, especialmente con el acercamiento y el dialogo con el nuevo Presidente iraní HassanRouhani. Irán es la expresión opuesta del Islam sunita que dirige la casi totalidad de estados árabes, el arco chiita manejado por Teherán tiene una fuerte presencia en Siria, pero también en Irak y una importante representación en el Líbano con el Hezbolá, por eso las críticas de Riad, que hubiera preferido el ataque militar contra Siria y una línea más fuerte contra los Hermanos Musulmanes en Egipto.
El calentamiento de los vínculos diplomáticos entre Teherán y Washington no solo preocupa a Arabia Saudita y a otros gobiernos árabes que ven el régimen iraní como rival político-hegemónico y como factor religioso y etnocéntrico. En muchos de los gobiernos árabes sunitas, hay fuertes contestaciones chiitas que miran siempre hacia Teherán.
Paradójicamente la nueva política de Arabia Saudita la acerca a Israel, frente al deshielo diplomático de Washington y Moscú. El Primer Ministro Netanyahu ha advertido, que a diferencia de Ahmadinejad que era un lobo vestido de lobo, Rouhani se presenta como un lobo vestido de cordero, y que lo que está tratando al ofrecer el dialogo a occidente, es ganar tiempo para su programa nuclear militar, Israel no olvida la amenaza de Ahmadinejad de borrar al Estado judío del mapa. Sin embargo el Ministro israelí de Finanzas Yair Lapid, recomendó a su pueblo estar abierto a todas las negociaciones, para soluciones pacíficas e incluso criticó la orden de Netanyahu de retirar sus diplomáticos de la sala de ONU cuando hablaba el Presidente Rouhani. Siempre Israel ha afirmado la posibilidad de un golpe preventivo, para impedir el acceso de Irán al arma nuclear. Con Barack Obama ha habido discrepancias también en relación a su propuesta de un Estado Palestino independiente en Cisjordania, región ocupada por Israel.
Estuvimos presentes en Nueva York en esta Asamblea General que marca una nueva era en las relaciones internacionales, con un nuevo espíritu de dialogo y de cooperación. Todo producto del discurso del Presidente Hassan Rouhani, cuando tendió su mano y ofreció el dialogo y la negociación al mundo occidental. Seguimos la respuesta favorable del Presidente Barack Obama primero en los medios de comunicación yluego la llamada telefónica de 15 minutos al Presidente Rouhani, rompió el hielo de 34 años desde la última llamada del Presidente Carter al Sha de Irán, días antes de su derrocamiento.
Un proyecto de paz entre Washington y Teheránayuda como estamos viendo a resolver el caso sirio, con un primer paso en la destrucción de las armas químicas, donde Rusia y China en armonía con Irán, se han puesto de acuerdo con Francia, Inglaterra y EEUU. El 23 de noviembre será la Conferencia de Paz de Siria. Pero también puede ayudar a una solución definitiva del diferendo palestino-israelí y de otras confrontaciones en el Medio Oriente, donde es posible que ahora Irán no sea visto como una amenaza para occidente, ni para sus vecinos árabes e Israel. El nuevo gobierno iraní debe dar garantía de uso pacífico del átomo y facilitar los controles internacionales de su industria nuclear, como lo hacen los 60 estados que desarrollan la energía nuclear con fines pacíficos.
América Latina y particularmente Venezuela no puede estar ajena a estos cambios en el sistema internacional.
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