The Usual Suspects. Dave Kujan (Chazz Palminteri), un agente especial del servicio de aduanas de EEUU, está investigando las causas del incendio de un barco, en el puerto de San Pedro de Los Ángeles, que provocó 27 víctimas mortales, aunque todas parecen haber sido asesinadas.
Su única fuente de información es Roger Kint (Kevin Spacey), un estafador lisiado que sobrevivió al incendio. En comisaría, Kint cuenta que todo comenzó seis semanas antes en Nueva York, cuando cinco delincuentes, cinco «sospechosos habituales», fueron detenidos para una rueda de reconocimiento relacionada con el robo de un camión de armas.
Esa es una gran película. Pero la realidad la supera. Mil veces. Veamos este guión cinematográfico. Muertes en las cárceles. Aparecen docenas de armas y miles de cartuchos. Drogas por cantidades. En Uribana hay desgracias. Dinero. Pranes con modelos y bailarinas. Teléfonos celulares. Televisores. Radios. Visitas “conjúgales” de famosas prepagos. La cámara enfoca a la ministra Iris. ¡Sospecho que allí tiene la mano metida Henri Falcón!
Otra toma. La Flor de Venezuela es tomada por la Guardia Nacional, acompañada de unas docenas de rojos rojitos con sus respectivas franelas. El ministro Izarra no se tomó su Valium y mucho menos su Prozac. Anda histérico. La Guardia desaloja la Flor de Venezuela. Entran de nuevos los rojos rojitos esta vez con latas y aerosoles de pintura, igualmente roja rojita. Pintan obscenidades contra Falcón y el gobierno de Lara. La cámara enfoca al ministro Histérico. ¡Sospecho que allí tiene la mano metida Henri Falcón!
Tercera toma. En exteriores. Locación difícil. Unas centenares de personal gritan indignadas que no hay agua. Que alguien la cortó. Hay ropa sucia por todos lados. Los olores no se aguantan. Los niños lloran. La gente no puede ir al trabajo al no poder bañarse. Aparece en escena el vicepresidente Arreaza con su cara de yo sí fui. Habla como siempre un rosario de pistoladas sin sentido. Dice que va a iniciar una averiguación de las rezones del corte. La cámara lo enfoca. Se arregla los lentes. Se quita restos de comida de los dientes. Escupe y exclama: ¡Sospecho que aquí tiene metida la mano Henri Falcón!
Hay un desastre en la Avenida 20. Todo Barquisimeto sufre una tranca horrible. Unos autobuses chinos salen de la nada y empiezan a recorrer calles y carreras. No tiene ruta fija. Se mezclan con los autobuses. La gente está indignada. Hay colas por todos lados. Nadie llega a la hora a su trabajo. Los taxistas y el transporte público en general es un caos. Las explicaciones vienen y van. Aparece en pantalla otro ministro. Haiman El Troudi viene protegido por el Corán. Con ropaje musulmán. Tiene un manta roja rojita en la cabeza. Se la quita y comienza a rascarse con desesperación. Saca una cinta métrica del bolsillo. Mide la calle. Mide la calzada. Mide el autobús y exclama: ¡Sospecho que aquí tiene metida la mano Henri Falcón!
Nueva toma. Una mercado mayorista. Hay arroz. Maíz. Aceite. Harina. Margarina. Papel higiénico. Productos de limpieza. Vienen seis camiones de la Guardia Nacional. Con caras pintadas y rictus de amargura. Se bajan violentamente de los camiones que los transportan. Empiezan a montar mercancía en los camiones militares. Aparecen miles de pobladores. Protestan por el decomiso ilegal. Claman y gritan que eso no es acaparamiento sino parte del programa de alimentación popular de la gobernación. Viene el ministro de la Defensa. Con cara de pocos amigos. Se enfrenta a la multitud. La gente le grita epítetos y maldiciones. Mira a la cámara y exclama: ¡Sospecho que aquí tiene metida la mano Henri Falcón!
La economía se desploma. Estamos a las puertas de una hiperinflación. El crimen, la delincuencia, la inseguridad no puede ser peor. Asesinan al subdirector de la Policía del estado Lara. Matan agentes a cada rato. Roban en los centros comerciales. Hay zonas donde solo entran los jefes del hampa. Aparece el ministro Rodríguez Torres en la Plaza Bolívar de Barquisimeto. La gente le pide seguridad. Mayor y mejor vigilancia. Le exigen coordinación con las policías estadales y municipales. El ministro duda. El ministro no cree en cuentos. El ministro se las sabe todas. La cámara lo enfoca. Y dice: ¡Sospecho que aquí tiene metida la mano Henri Falcón!
Todo el mundo anda arrecho. Quieren un cambio. Que el nuevo gobierno reinstitucionalice el país. Que enderece la economía. Acabe con el robo. Con la corrupción. Que una a la gente. Que se genere progreso. Que haya reconciliación. Que todos nos miremos como hermanos. Uhmmm. El presidente Maduro oye la cosa. No le gusta. Se pone bravísimo y finalmente dice: ¡Sospecho que aquí tiene metida la mano Henri Falcón! Así que al director de Usual Suspects, Mister Bryan Singer le decimos que se equivocó con Kevin Spacey, el verdadero sospechoso habitual no es otro sino Henri Falcón.
@ssemtei