La tristeza invadió a Polilara cuando enterraron al amigo de los funcionarios. Horas antes de darle cristiana sepultura a los restos de José Gregorio Vera Berríos, se ofició una misa en el patio central de la Comandancia General de Polilara, tal como estaba previsto.
Ayer, el llanto desgarrador de los funcionarios fue protagonista en la jornada. “Vera Berríos jamás te olvidaremos”, exclamaba uno de los uniformados, mientras las lágrimas invadían su rostro.
Ubaldo Martínez, exdirector de Polilara le dedicó una poesía, la cual fue acompañada por el fondo musical de la canción Como llora una estrella, interpretada por la banda del organismo, “muy temprano saliste a cumplir tu meta, besando a tus muchachos y tu mujer (…) qué temprano saliste, te esperarán en tu casa y en tu cuartel”.
Otro de los uniformados, quien tomó la palabra en el acto protocolar, dijo que consolar a la familia del difunto, en un momento como el que estaban pasando, era bastante difícil, pero les recordó que “Vera Berríos partió físicamente, sin embargo, sus consejos y cómo hacer el trabajo policial, quedó”.
Insistió en que el gran amigo, como muchos calificaron a quien se destacó como subdirector del cuerpo policial, “nunca apartó su corazón para servirle a la sociedad”.
Por su parte, los comisarios Luis Rodríguez, director de Polilara, y Miguel Rojas, jefe de operaciones, hicieron entrega, en nombre del gobernador Henri Falcón, a su familia, de las condecoraciones Jacinto Lara en su primera clase y Cruz de la Fuerza, ambas post mórtem.
Conmovedora y desgarradora, así se vivió la hora que duró el velorio en el lugar. Un minuto de silencio también se efectuó en honor a quien cayó el pasado domingo, quizá no en sus funciones pero ejerciendo lo que mejor sabía hacer: luchar por los demás y la justicia.
Entre el pasillo de honor de los efectivos y los presentes, corría además la molestia, pues en un principio se había aprobado el ascenso post mórtem a José Gregorio Vera Berríos, pero a tempranas horas, fue suspendido. “Él se lo merecía porque debió ser nuestro comandante”. Después en el cementerio donde se le dio cristiana sepultura, Marlon Sosa, director del CCP Duaca tomó la palabra y dijo que en nombre de sus subalternos lo ascendían de manera simbólica al rango de comisionado jefe.
EL IMPULSO le consultó a Orángel Contreras, director de Seguridad y Orden Público, el por qué no se le dio en el acto protocolar, a lo cual respondió: “No se llevó el ascenso porque hemos considerado que con eso no íbamos a reponerle la vida.
Se omitió porque queríamos que la institución no se sintiera vanagloriada con ese ascenso. Preferimos dejarlo sin efecto y sólo condecorarlo porque eso se lo llevan los familiares”.
Dijo que las indagaciones continúan pero no adelantó ningún tipo de móvil. Invitó a los diferentes organismos de seguridad a trabajar en conjunto por la seguridad de la sociedad.
Luis Rodríguez agradeció la unidad, integración y respaldo al colectivo larense y a los compañeros policiales, enfatizó en que en las próximas horas lograrán la captura de quienes están involucrados en el caso. Por ahora, aún no han pensado en quién será el sustituto de Vera Berríos como subdirector.
A las 9:50 de la mañana se anunció el Himno de la Policía, “fuerte como él decía”, gritó uno de los uniformados y entonaron la letra Héroes en silencio. Después, el secretario general de Gobierno y exdirector de Polilara, Teodoro Campos, encabezó el grupo de oficiales que alzó el ataúd para sacar hasta el coche fúnebre, donde los aplausos no se hicieron esperar y afuera, una pancarta exigiendo justicia era desplegada.
Durante los casi 30 años de carrera, Vera Berríos luchó por las comunidades y sus compañeros, lo cual quedó demostrado desde que se conoció la lamentable noticia de la pérdida del “gran amigo”, como ha sido llamado, “el verdadero héroe de azul”, “el mejor papá”, entre muchos otros calificativos con los cuales será recordado.
La sed de justicia sigue viva no sólo en el seno familiar sino entre los allegados al comisario. El silencio invade la Comandancia General de la Policía de Lara, su segunda casa, donde el vacío que dejó no podrá ser sustituido por nadie, pues sembró en el corazón de cada funcionario amor por la institución y respeto a la sociedad.
