A los venezolanos siempre nos ha gustado hablar de un próximo gobierno. Hacer pronósticos, casi hasta profetizar y adivinar, es como un deporte nacional. A los gobiernos, por el contrario, siempre les ha gustado hablar del gobierno anterior, en buena medida para culparlos de lo que supuestamente no hicieron o hicieron mal.El señor Maduro, lamentablemente para él, no puede hablar mal del gobierno anterior, porque es el mismo gobierno suyo, lo cual constituye para él una fatalidad. Recuerdo que recién electo, tendría quince o veinte días de electo Caldera en 1968, oí hablar a varias personas de quién podría ser el sustituto de Caldera como presidente cuando terminara su gobierno. Por supuesto una voz sensata saltó y dijo a quienes conversaban, dejen que pase un tiempo, la mitad del período por lo menos, para comenzar a hablar de quién será el sustituto de Caldera. Eso se repitió con otros presidentes y nada tiene de extrañohoy que se hable del próximo gobierno, sobre todo cuando el que transcurre es muy malo y desespera.
El señor gobernador del estado Lara Henri Falcón, dio hace pocos días unas declaraciones, a mi manera de ver muy serias y hasta diría oportunas, nada que pudiera hacer pensar, en una mente normal, algo extraño o inconfesable en la intención del gobernador, en las cuales señalaba que el próximo gobierno deberá reinstitucionalizar al Estado venezolano. Nada es tan cierto como eso. Todas las instituciones del Estado venezolano se vinieron al suelo en estos casi 15 años de gobierno “revolucionario” y, sin duda alguna, la tarea prioritaria que tendrá entre sus manos un próximo gobierno serio,cuando algún día se instale en el país, será revivir, como el ave Fénix, todas las instituciones jurídico-políticas de la nación. Las declaraciones del gobernador larense hicieron saltar y encolerizar al señor Nicolás Maduro y en una visceral actitud, conminó al gobernador Falcón a aclarar qué quería decir en sus declaraciones. Le concedió 24 horas, parece que le gusta mucho conceder plazos, para hacer la aclaratoria, de lo contrario, amenazó Maduro, solicitaría a la Fiscalía General de la República, abrir una investigación contra Falcón. No sé qué cosa podría ser el contenido de esa investigación, porque, reafirmo, no encuentro nada anormal y mucho menos ilegal en las declaraciones del gobernador.
El gobernador Falcón concedió una rueda de prensa en la que afirmó lo que es de Perogrullo: “todas las salidas están claritas en la Constitución Nacional”. Los presidentes en Venezuela, digo yo ahora, se eligen por seis años.Pueden no durar esos seis años, lo acabamos de vivir con Chávez, quien no pudo ni siquiera juramentarse para el período que había sido electo en octubre de 2012. Si el presidente falta en forma absoluta en los primeros cuatro años de un período constitucional, debe elegirse uno nuevo. Nuestros gobiernos son alternativos, es decir, son temporales y deben dar paso a nuevos gobiernos que se elijan. Ni Chávez, ni Maduro, ni Capriles ni ninguno que sea electo es eterno, gracias a Dios. Un presidente también puede renunciar y no es nada conspirativo, ni golpista que en un momento determinado se le solicite la renuncia a un presidente (recuerden a Lucas Rincón con aquello de “la cual aceptó”). Eso es perfectamente ajustado a la Constitución Nacional solicitar la renuncia a un presidente, aquí y en muchos países, sólo en las dictaduras es delito, ya hasta el Santo Padre acaba de renunciar en febrero pasado. Se dice que hay muchas razones para pedirle la renuncia a Maduro, entre otras su nacionalidad y su manifiesta incapacidad para gobernar. Frente a esta realidad, es muy importante pensar qué se debe hacer ante la eventualidad de un nuevo gobierno. No puede tomarnos por sorpresa que esto suceda. Yo, sinceramente, desearía que el señor Maduro probara con una auditoría seria, abierta a todos, completa y profunda, su triunfo del 14 de abril. Me gustaría que probara en forma indubitable su condición de venezolano por nacimiento, sin misterios y escondidas, que dialogara con todos los sectores del país, con los empresarios, con los trabajadores, con las academias, con la Iglesia, con las autoridades universitarias de todas las universidades, que se dejara de leyes habilitantes, que respetara los medios de comunicación social y a todo el que piense de manera diferente a él, que dejara de insultar, que generara confianza para la estabilidad económica.
En ese momento, probablemente, el gobernador Falcón y muchos con él, por lo menos durante unos dos años, dejaríamos de pensar en el próximo gobierno.