Una de las decisiones más importantes de la vida de una persona es elegir profesión. Pareciera que bastaría con preguntarse ¿qué me gustaría hacer? Pero eso no basta.
Así como hay niños que ya desde pequeños dicen lo que van a ser de mayores, hay gente que entra a cursar 4° ó 5° año y todavía no está claro, y no por descuido, sino porque no lo ven con claridad o le atraen a la vez muchas actividades.
Muchos padres llevan a sus hijos a orientadores profesionales que trabajan con los tests de inteligencia y de habilidades (verbales, numéricas, espaciales, etc.) que muchos colegios ponen a la orden en su oferta educativa. Pero eso tampoco eso es suficiente, aunque es un dato importante. El meollo del problema está en el niño, que ya no es tan niño, y nunca puede trasladar su responsabilidad a otras personas,
Los padres pueden ayudar mucho pues conviven con el muchacho. ¿Qué actividades desarrolla mejor? ¿Para cuáles tiene especial inclinación y aptitudes? En la casa se le puede “poner a prueba” con actividades de tipos diversos: mecánicas, intelectuales, artísticas, etc.
Hay actividades para las cuales se tienen mejores inclinaciones que para otras, y hay que descubrirlas. Pero deben intervenir papás, profesores y por supuesto, el alumno. Lo que ocurre es que el muchacho, por su propia inmadurez, no se lo plantea. Y los papás, quizá por descuido, tampoco. Piensan que de eso, ellos no saben. Y en el camino se van perdiendo datos valiosos.
Goleman hablaba hace unos años de la inteligencia emocional, que engloba varios factores: constancia, fuerza de voluntad, empuje, carácter.
Lo que ocurre es que los papás no “estudian” a los hijos, no los analizan. O los minusvaloran, o los supravaloran. No es fácil ser objetivos. Por eso es bueno hablar con los profesores sobre el carácter de nuestros hijos y en qué se desempeñan mejor.
Ellos pasan horas juntos, y en muchos casos los conocen mejor que los papás. Y además, tienen muchos elementos de comparación con sus otros alumnos. Pero no acudimos al colegio o se lo encargamos a la mamá, que sola, no logra nada.
Es un trabajo importante y de equipo. Hay que sacar tiempo para estar con los hijos. Estudiando o no. A veces, se les conoce más en el juego que ayudándoles a hacer las tareas. Jugando, son como son. Allí, se conoce mejor su personalidad.
Estar con ellos es la mejor inversión. Es el momento de enseñar los buenos hábitos o virtudes. Y eso es más que la capacidad intelectual que miden los tests o las calificaciones del colegio.
@oswaldopulgar