Llueve… pero escampa
Hacia finales del siglo pasado hubo una saga cinematográfica que impactó al mundo entero. Basado en un libro que desnudaba a la mafia, la trilogía de “El Padrino” de Francis Ford Coppola y Mario Puzo, permitió conocer los códigos y costumbres de la familia Corleone.
A pesar de ser ficción, recreaba una realidad que nació en Sicilia y que aun hoy está presente en todo el orbe: la mafia y los mafiosos.
Si bien es cierto que el término mafia se acuñó para referirse a una clase especial de crimen organizado, circunscrito a la Italia meridional, luego se aplicó a cualquier grupo criminal con características similares de organización, jerarquía y normas, independientemente de su origen o lugar de acción.
La Cosa Nostra, que nació en la región de Sicilia, empleaba una serie de “códigos de honor”, inviolables, de los cuales el más conocido es la Omertà.
En los mafiosos el silencio es un modo de vida, no les interesa que nadie sepa sus asuntos. Es un código de honor que prohíbe a sus miembros informar a las autoridades sobre los delitos cometidos y que sólo incumben a los implicados. Es su ley del silencio, es la Omertà. Romper ese juramento es castigable con la muerte, aunque ha habido sus excepciones.
La verdad os hará libres
Cuando se educa a los niños siempre les decimos que digan la verdad y que sean honestos consigo mismo. Al ir creciendo e ingresar al colegio, ese código de rectitud será influenciado por otras normas, que van en mayor o menor medida a modificar su conducta. Existen desde códigos académicos hasta códigos de silencio.
El código de silencio de las travesuras escolares no tiene mayor repercusión y en la medida que se crece entendemos que es preferible apegarse a la verdad, sin importar las consecuencias.
John Fitzgerald Kennedy decía que un hombre debía hacer aquello que su deber le dictaba, cualesquiera que fuesen las consecuencias personales, cualesquiera que fuesen los obstáculos, el peligro o la presión, para llegar al colofón en que esa era “la base de toda la moralidad humana”.
Así como en Sicilia nació la mafia, de esa misma tierra van a surgir dos jueces, Giovanni Falcone y su sucesor Paolo Borsellino, quienes lucharon contra la mafia y la desnudaron. Lo arriesgaron todo hasta perder la vida en manos de sus perseguidos, hoy son recordados como los héroes que permitieron la reconstrucción de la nueva Sicilia.
Hacia 1982 Falcone había comenzado un proceso legal para acabar con la mafia, y logró que el mafioso Tommaso Buscetta, luego de ser arrestado en Brasil y extraditado a Italia, fuese el primero que hablase al mundo sobre los secretos del hampa siciliana, su organización, el funcionamiento, las actuaciones y el “modus operandi” que la mafia utilizaba.
Como premio por su ayuda, a Buscetta se le permitió vivir en Estados Unidos, bajo una nueva identidad, con un rostro nuevo, dentro del programa de protección de testigos, por ayudar a acabar con un mal mayor.
Aunque Tommaso Buscetta fue el primero en romper la omertá dentro de Italia, fue Joe Valachi en Nueva York, el primero que habló sobre los secretos de la Cosa Nostra ante un subcomite del senado norteamericano en 1962.
De la omertà al bel canto
Recientemente se empezó a correr la especie de que un personaje de la caterva que está incoada en el poder en Venezuela, quien luego de ser militar conspirador, magnicida frustrado, analista de la Sala Situacional de Miraflores y asistente ejecutivo de un expresidente, consejero por Venezuela del Banco Interamericano de Desarrollo, diputado a la Asamblea Nacional por el estado Aragua, viceministro de Finanzas y Presidente del Bandes, ministro de Finanzas, gobernador del estado Aragua y presidente del Banco del ALBA, decidió hablar ante la DEA a cambio de protección del testigo.
De ser cierto el rumor, lo lógico hubiese sido que un protagonista tan relacionado con las estructuras del poder, denunciase y actuase dentro del mismo Estado “honesto” que él ayudó a crear, pero es mucho pedir que quien ha vivido dentro de un código y que conoce a sus cofrades, puede actuar como Eliot Ness y sus Intocables, que lograron apresar al más célebre delincuente de Chicago, Al Capone, y acabar con su imperio delictivo.
Es sabido que sin Buscetta, la humanidad no hubiese contado con héroes como Falcone y Borsellino. Ojalá que no sea una jácara y que este bel canto, violando la omertá, permita que caiga el mal mayor que son estos Corleone criollos.
Llueve… pero escampa
@yilales