“Se fue quien debió ser nuestro comandante”, expresaban cientos de funcionarios policiales que se encontraba en el velorio del comisario agregado, José Gregorio Vera Berríos, de 49 años, quien murió a manos del hampa en la puerta de su casa la tarde del domingo.
“Siempre soñó con ser policía para hacer justicia y ayudar a los demás”, contó la menor de las hijas del héroe de azul, Stefani Vera, quien estaba sumida en el llanto por la pérdida de su padre. “Mi papá era el mejor, muy bueno, justo, a sus cinco hijos nos quiso por igual”, aunque uno de ellos falleció en mayo por problemas de salud, comentó al momento de recordar que siempre los consentía, veían televisión juntos y les hablaba de su trabajo.
“Nos contaba las historias que sabía; le decíamos que tuviera cuidado porque tenía muchos enemigos pero nunca tuvo miedo, siempre fue cauteloso, cerraba las puertas y nos advertía. Cuando salía de la casa le reiterábamos que estuviese pendiente”.
Sin embargo, la cautela y suspicacia para resguardar su vida no fueron suficientes el domingo, cuando le impactaron seis disparos y quedó marcado como el primer subdirector de la Policía del estado Lara en ser asesinado, y el segundo en la historia del país, pues la lista la encabeza un comisario del estado Guárico, quien se desempeñaba como comandante para aquel momento.
Vera Berríos nació en el seno de una familia humilde, proveniente de Humocaro, municipio Morán, donde le inculcaron que el trabajo honrado era lo primordial. Viajó hasta Caracas donde realizó sus estudios de Licenciatura en Ciencias Policiales, de donde egresó en 1982 del Instituto Universitario de la Policía Metropolitana, allí trabajó unos años, hasta ingresar a las filas de Polilara a mediado de los 90, después sumó el título de Politólogo en la Universidad Fermín Toro y actualmente cursaba segundo trimestre de la maestría en Criminalística Penal en la Universidad Yacambú.
Fue director de Inteligencia de las comisarías del norte, oeste y de Palavecino. También estuvo encargado en algunas oportunidades de la Escupol, “en todos los cargos lo hizo excelente. Lamentablemente la policía pierde una pieza clave”, dijo el jefe de control de detenidos, comisario agregado Ubaldo Álvarez, quien lo calificó de fiel compañero.
Tristes y desconsolados estaban sus colegas, también la sociedad en general, donde se supo ganar un espacio y respeto. “Era un hombre íntegro; entendía a su gente por quienes luchaba, peleó por el bienestar de ellos, anteponía la institución por lo personal, tuvo una gran acogida”, manifestó quien fue por varios años director de Seguridad y Orden Público, José Maldonado Dupuy. “Tenaz, operativo e inteligente, un ejemplo para cualquier comandante policial”.
Por su parte, Rafael Angulo, director del CCP Metropolitano, dijo que la moral y honestidad, fueron banderas de Vera Berríos. “Mi comisario era un ejemplo en la institución, una persona educada y eficiente. Un líder. Se fue y dejó un importante legado”.
De caballero, amigo y sentimental lo señaló Orángel Contreras, actual director de Seguridad y Orden Público. “Desde que llegué a Barquisimeto enlacé amistad con él. Llegamos a ser compadres, lo conocí bien, le gustaba mucho jugar dominó; era su hobbie”.
“Más que mi cuñado era mi hermano. Muy familiar, un padre entregado a sus hijos”; expresó Arismendi Gil.
El triste dolor de un funeral
Un pasillo de honor fue formado con unos 60 estudiantes de la Escupol, quienes le rindieron honores. Estaban apostados desde la entrada de la funeraria hasta el féretro, rodeado por otros cuatro jóvenes con uniforme de gala y firmes. Las colas eran interminables para dar el último adiós al héroe de azul. Era el líder de los policías, guía de muchos, ejemplo a seguir que dio parte de su vida a la institución que lo vio crecer como profesional.
Un ambiente de recuerdos era lo que se vivía. Funcionarios policiales que permanecían en la calle cumpliendo su labor, estaban quebrantados, llenos de ira y con sed de justicia. “Mataron al jefe”, susurró uno de ellos; otro caminaba con un ramo de flores hasta donde reposaban los restos del uniformado, y al lado del ataúd, su hija mayor, quien no se separaba del sitio ni paraba de llorar. Estaba mal. Desgarrada por el dolor.
El gobernador del estado Lara, Henri Falcón, hizo acto de presencia, expresó sus palabras de condolencias e hizo hincapié en que el Ministerio Público está obligado a investigar. “Creo que el asesinato de Vera Berríos se dio en condiciones muy extrañas (…) A él debemos recordarlo como un hombre cabal. Verdaderamente operativo, eficiente y eficaz, decimos esto con mucho dolor y por supuesto la solidaridad con su familia y la institución de los sueños azules”.
William Guerrero, fiscal superior de la entidad, también asistió a los actos fúnebres e indicó que han adelantado las indagaciones para determinar los hechos.
“La inseguridad cada día es peor, hay más delincuentes en la calle, mi papá la podía medio controlar. Pedimos que atrapen a quien hizo esto y reciba castigo”, exclamó desde su dolor Stefani Vera.