Un 3-1 lapidario. El portero Beycker Velásquez evitó muchos goles, pero igual Venezuela sufrió una costosa derrota ante el representativo de Japón. Cero puntos de seis posibles tiene la tropa de Rafael Dudamel, que continúa como colista del grupo D en el mundial sub17 de Emiratos Árabes Unidos, aunque con una ligera oportunidad de avanzar a la siguiente fase.
Un partido para el olvido, el peor rostro que se le haya visto al elenco nacional. Nada parecido al que deslumbró meses atrás en el Suramericano de Argentina y que días atrás, en el debut mundialista, dio luces de buen fútbol, pero sin poder arañar, al menos un punto.
Llegó a recuperarse de un gol tempranero la oncena criolla y manejó un empate transitorio a un gol que parecía colocarla dentro de la ruta correcta, pero, honor a la verdad, fue desbordada, sin poder responder ante el buen juego nipón y ante la exigencia física que impuso el rival, corriendo toda la cancha, sin tregua, de principio a fin.
Taro Sugimoto adelantó a los asiáticos al minuto 8 y José Caraballo -el mejor de Venezuela- niveló al 16. Pero todo se complicó al 44 con el primero de dos tantos de Ryoam Watanabe, quien clavó la estocada al 78 con una anotación de penal.
Literalmente, borrada. Un colador en defensa. La estadística es contundente. Japón tuvo 62 por ciento en la tenencia de balón y generó al menos una docena de ocasiones claras, a placer frente a un equipo venezolano que se quedó sin gasolina muy temprano en el partido, solo que el portero Velásquez se interpuso en el camino de varios de ellos para mantener cerrada la pizarra. De no haber sido por el cancerbero ficha del Caracas y que tiene como ídolo a Renny Vega, el marcador hubiera sido de escándalo.
Dudamel, fiel a su estilo, mantuvo su sistema de tres hombres en el fondo y dos carrileros-laterales. Como en el primer partido, la retaguardia ofreció muchas facilidades, capitalizadas por los japoneses. La mayoría de los ataques ocurrieron por el sector izquierdo, donde el defensor Diego Osío no termina de establecerse y recibe poca ayuda de Eduardo Maceira.
Un mar de errores en defensa, mucha inseguridad. Venezuela fue presa fácil de un Japón que venía de sorprender a Rusia y que demostró estar en capacidad de buscar cosas grandes en el presente torneo.
Caer ante Japón ha sido un duro golpe a las aspiraciones, pero no todo está perdido, queda una ligera esperanza. Eso sí, hay una tarea obligada y es vencer a Rusia el próximo viernes en su partido final de la primera ronda. Depende del número de goles que marque podrá hacerse con uno de los boletos disponibles para los terceros lugares, aunque, hay que decirlo, está a nivel de milagro.
Una buena noticia para ese partido es que tendrá de vuelta al defensor José Luis Marrufo, quien tomaría el lugar de Osío y ayudaría en el propósito de conseguir solidez en defensa para frenar a unos rusos que tampoco tienen puntos.