Reflexión
El acto de bautizar a los cristianos tiene su origen en las Sagradas Escrituras. Es en la Biblia donde encontramos el génesis de la realización de este acto y por lo tanto es una ceremonia religiosa, santa, sagrada, establecida por El Altísimo. El término viene del verbo griego baptízÇ, «sumergir” (hundir). Y el mismo Dios sirvió de ejemplo en la persona del Unigénito Jesucristo en el rio Jordán, cuando Juan el bautista lo bautizó. Dijo «Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” Juan 13:15. “Jesús estaba haciendo más que dar un ejemplo de servicio, estaba instituyendo un rito que debía ser observado por sus seguidores hasta el fin del tiempo. El bautismo simboliza la limpieza original del pecado. El rito no tiene significado alguno a menos que el participante, por medio del arrepentimiento y de la conversión, haya renunciado al pecado en su vida” CBA
A través del bautismo, el individuo hace un pacto con Dios, donde decide seguirle en obediencia a su palabra por fe en Cristo Jesús. Es una decisión consciente, personal, única y soberana. Y donde nadie puede y debe meterse, por cuanto es exclusivamente entre la criatura y su Señor.
De allí lo peligroso creer, que estamos en la obligación de evaluar esa decisión como si fuera una graduación académica. Y que tenemos potestad de postergársela a quién decide tomarla. Pudiéramos hacer recomendaciones muy puntuales, con respecto a la santidad del acto. Ofrecer orientaciones doctrinarias si hubiere lugar, es nuestro deber, pero nunca creer que somos parte de una junta evaluadora que sabe cuando una persona puede hacer su pacto personal con Dios o no. Es el Espíritu Santo quien hace el llamado.
La decisión de bautizarse es una ceremonia simbólica. Para nada lleva implícito un milagro tangible o una consecuencia física. No. El milagro radica en la decisión del individuo abandonar una vida que lo tenía lejos de Dios y que ahora caminará por ella con la ayuda del Espíritu Santo. El prodigio consiste, en que ha decidido seguir a Jesús a través del patrón establecido por él en su palabra y eso se llama obediencia al mandato divino. Bautizarse no es un simple acto religioso, no es juego, ni mucho menos un acto obligatorio para hacerte miembro de una iglesia. Es algo más trascendental. Significa, que le decimos públicamente al mundo, que somos seguidores de Cristo y de su palabra. Y recibimos el Espíritu Santo y su poder para mantenernos firmes en la decisión. El apóstol Pedro lo expone de manera contundente. “Arrepentíos, y sed bautizados cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados. Y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Hech.2:38.
Lamentablemente el mundo ha pervertido un acto instituido por Dios. Se bautizan libros, casas y hasta locales comerciales espiritualmente impropios. Y hay iglesias que bautizan a los niños para hacerlos militantes religiosos y eso no es bíblico. El enemigo de Dios ha logrado minimizar tan importante ceremonia, sin embargo, todavía hay iglesias apegadas a la norma bíblica que tratan de mantener la pureza y la originalidad del acto. Y eso es maravilloso. Por ello, alabo a Dios en esta hora, por cuanto la Iglesia Adventista del Séptimo Día mantiene los principios bíblicos para realizar esta ceremonia, y le ha dado a este servidor, el privilegio de celebrar en nuestra iglesia, en la persona de mi nieto mayor, tan sagrado acto. Entrar lentamente en las aguas frías del bautisterio, con el candidato a bautizarse, delante de una numerosa congregación. Mirar hacia arriba, levantar la mano derecha en señal de reverencia hacia el Dios de los cielos y decir con voz fuerte y clara “ Miguel Alejandro , por tu profesión de fe en Cristo Jesús como tu Salvador, y por tu deseo de vivir una vida en él, por la divina comisión que se me ha dado, yo, como ministro del evangelio, te bautizo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y luego, sumergirlo todo, debajo de las aguas y levantarlo, es un sentimiento inexplicable.
La verdad, es un acto sin parangón en la vida espiritual de un líder cristiano. Que colma de alegría y emoción el corazón de un servidor de Cristo. Y que establece, un compromiso de fidelidad eterna. Mi agradecimiento al Todopoderoso por los siglos de los siglos… Amén. Nos encontramos el próximo martes, con el permiso de Dios. “La lectura de la Biblia echó los cimientos de la educación popular que ha cambiado la faz de las naciones que la poseen” Domingo Faustino Sarmiento Sarmiento. Político, escritor, docente, periodista y militar argentino.(1811-1888)