Buena Nueva
En una de sus parábolas, Jesús se refiere a un Juez injusto que no quiere saber nada de una pobre viuda que lo busca para que le haga justicia contra su adversario. Y el inhumano Juez termina por acceder a las insistentes y perseverantes peticiones de la pobre mujer. (cfr. Lc. 18, 1-8)
El Señor usa este ejemplo para darnos a entender que Dios, que no es como el Juez inhumano e injusto, sino que, por el contrario, es infinitamente Bueno y Justo, escuchará nuestras oraciones constantes, insistentes y perseverantes. Y que, además, “dará cosas buenas a los que se las pidan” (Lc. 11, 9-11).
Al comienzo de este trozo del Evangelio, el Evangelista San Lucas nos dice que Jesús precisamente planteó esta parábola para “enseñar a sus discípulos a orar siempre y sin desfallecer”. Y Jesús nos pide esa oración perseverante y continua para poder mantenernos fieles y con Fe hasta el final … hasta el final de nuestra vida o hasta el final del tiempo.
Pero sucede que Jesús termina su parábola con una pregunta que parece estar fuera de contexto: “Cuando venga el Hijo del hombre ¿creen ustedes que encontrará Fe sobre la tierra?” ¿Cambió de tema Jesús?
Parece, pero no es así, pues justo antes de la mencionada pregunta, Jesús nos dice que Dios hará justicia a “sus elegidos, que claman a El día y noche”. Y es que el tema que estaba tratando Jesús antes de la parábola era precisamente el de su próxima venida en gloria (cf. Lc. 17, 23-37).
Veamos el por qué del cuestionamiento del Señor. Evidentemente, nos da indicios de que no habrá mucha Fe para ese momento final. Es más, en el recuento que da San Mateo de este discurso escatológico nos dice el Señor que si el tiempo final no se acortara, “nadie se salvaría, pero Dios acortará esos días en consideración de sus elegidos” (Mt. 24, 22).
¿Qué nos indica esta advertencia? Que la Fe va a estar muy atacada por los falsos cristos y los falsos profetas que también fueron anunciados por Jesús. Que muchos estamos a riesgo de dejar enfriar nuestra Fe.
Sabemos que por parte de Dios la salvación está asegurada, pues Jesucristo ya nos salvó a todos con su Vida, Pasión, Muerte y Resurrección. Pero de parte de nosotros se requiere que mantengamos nuestra Fe y que la mantengamos hasta el final.
De allí que Jesús nos dé el remedio para fortalecer nuestra Fe: la oración, la oración perseverante y continua: orar sin desfallecer para que nuestra Fe no desfallezca.
Cabe preguntarnos, entonces, ¿cómo está nuestra Fe? ¿Es una Fe que nos lleva a la esperanza de la Resurrección y la Vida Eterna o es una fe que está esperando en el nefasto e irrealizable mito de la re-encarnación? ¿Es una Fe segura o es una fe que coquetea con las últimas novelerías escritas justamente para que nuestra Fe se vaya debilitando? Por ejemplo…¿le hemos dado algún crédito a los escritos de los ateos actuales que están llenando las librerías con sus libros blasfemos, en que tratan a los cristianos como si fuéramos tontos? ¿Es una Fe que confía en Dios o que confía en las fuerzas humanas? ¿Es una Fe que nos hace sentir muy importantes e independientes de Dios o una Fe que nos lleva a depender de nuestro Creador, nuestro Padre, nuestro Dios? ¿De verdad tenemos la clase de Fe que el Señor espera encontrar cuando vuelva?
Cabe preguntarnos también: ¿Cómo es nuestra oración? ¿Es frecuente, perseverante, constante, sin desfallecer, como la pide el Señor para que nuestra Fe no decaiga? ¿Cómo oramos? ¿Cuánto oramos? ¿Está nuestra oración a la medida de las circunstancias?
Porque … pensándolo bien … considerando como están las cosas en el mundo, “¿creen ustedes que habrá Fe sobre la tierra cuando venga el Hijo del hombre?”
www.buenanueva.net