En el caso de la avenida Uruguay, el papel del ingeniero civil es comparable al del médico, debe asumirlo como un problema de patología de la construcción, donde debe inferir la enfermedad por los signos que muestra en cada caso: ¿cuáles son las causas de los hundimientos de la calzada de descenso y las causas que propician la formación de las inmensas fosas?
Así reflexiona, Carlos Eduardo Triana, ingeniero en obras hidráulicas, quien tiene grabada en la palma de su mano la avenida Uruguay. Sus grandes conocimientos aprendidos en la Unión Soviética, puestos en práctica durante años en nuestra ciudad, lo hacen acreedor del respeto y estima de sus colegas, en la región y otras partes del país.
Este profesional de la ingeniería, hace un diagnóstico de la avenida que, al poco tiempo de su inauguración, empezó a presentar las primeras irregularidades. De hecho, Triana en agosto del año 2003, con poco tiempo de funcionamiento de la vía, así como a finales del 2011, refuerza sus estudios acerca del caso.
En el año 2012, por ejemplo, hizo seguimiento de las obras para la restitución de la red de cloacas que descienden por la avenida Uruguay y, seguidamente, la restitución de los tramos más afectados de la propia red de drenajes de esa vía.
“Sin embargo, a finales de julio de este 2013 se repite la historia: se producen hundimientos en la calzada de descenso, de menor magnitud que en años anteriores y también aparecen los enormes huecos en el cruce de las avenidas Vargas y Uruguay”.
Interviene una fuerza sísmica
Lo primero que deja claro es que sólo está afectado un tramo de descenso de unos 80 metros, de los 900 metros que mide la vía. Sólo en la intersección de las avenidas Vargas y Uruguay se encuentra la problemática.
Cita que en abril de este año, el día 21, a las 8 y 28 de la mañana, se registró un sismo de 4.2 grados en la escala de Richter, de acuerdo a lo que informó en aquella oportunidad la Fundación Venezolana Sismológica (Funvisis), afectando principalmente al suroeste de la ciudad de Barquisimeto.
No obstante, “nadie comentó de sus consecuencias subterráneas”. Ahora bien, el ingeniero Carlos Triana, expone que fue así como resultó afectado el tubo metálico 0,90 metros de drenajes de la avenida Vargas con la intersección de la Uruguay.
“Con el sismo se creó un boquete, pero los efectos se sienten a finales de julio de este año, cuando caen lluvias en la ciudad y, al transitar los volúmenes de agua de lluvia de la avenida Vargas, se encuentra el tubo metálico partido, formando entonces las grandes fosas en el relleno de granzón”.
El sismo sometió a una dura prueba al núcleo del granzón, dijo Triana, produciendo licuefacción que “activó una potente fuerza de flotación y, al no poder ascender por estar soportado por la boca de visita y el muro, obligó a quebrar el tubo metálico de 0.90 metros, pese a que es un material muy resistente”.
¿Cuáles son las consecuencias?
La ruptura en el tubo metálico de la avenida Uruguay, Triana la compara con las ocurridas en los tubos de gas, agua y drenaje, durante los terremotos, que ocasionaron licuefacción en los suelos de Kobe (enero de 1995) y Niigata (junio de 1964), en Japón, así como en la isla soviética de Sajalin (mayo 1995).
“En esas naciones predominan los suelos granulares. En el caso de la avenida Uruguay, son variadas y complejas, las causas de desestabilización, pero todo apunta a que el uso masivo del granzón del Río Turbio, sometido a escenarios húmedos y vibratorios, es el responsable de las cíclicas fallas, hundimientos y formación de fosas”.
Explica que con el granzón del Río Turbio se produce el relleno a las zanjas de los servicios de cloacas y drenajes de la avenida Uruguay sólo que deben ser analizados los diferentes escenarios, es decir, cuando se trata de seco, húmedos y saturados.
Especifica concretamente: durante sismos, paso de grandes volúmenes de agua por tubos de gran diámetro, una vez activado durante los eventos de lluvias y, finalmente, considerando la vibración por el paso del alto número de vehículos.
Dichos escenarios, hacen que cambie el comportamiento del relleno de granzón. “Se producen por asentamientos, incluso, se convierte en un fluido denso , minando la estabilidad y resistencia del terraplén creando un sistema autodestructivo vinculado a los eventos de lluvia y sismos” .
Sí es posible una solución
El ingeniero Carlos Triana propone como solución, un estudio exhaustivo para determinar cuál es el mejor relleno, a fin de que permita el paso de las aguas infiltradas, diferencie las zonas sometidas a los distintos tipos de vibración, colocando materiales que resistan y cumplan con esas exigencias.
“También se debe identificar los sectores del relleno donde el granzón del Turbio no es sometido a severas condiciones; todo en un marco donde se pruebe con los escenarios de verano sin presencia de agua y fundamentalmente, el terraplén sometido a la presencia de agua”.
Por otro lado, afirma que las causas de los hundimientos en la calzada de descenso tienen su origen en la “infiltración laterales de aguas de drenaje y/o cloacas que penetran debajo de la avenida” y la desestabilizan.
Asimismo, el funcionamiento “bajo presión” de la red de cloacas que desciende por la avenida, hace que en días lluviosos, ocurran fugas que mojan el suelo, base de las zanjas y bocas de visitas.
“Como solución para este caso, debe diseñarse un sistema que neutralice los aportes laterales de aguas lluvias que penetran debajo de la avenida y en los tramos de hundimiento evitar el uso de bocas de visita tradicionales que filtran y no resisten la presión para dar paso a tanquillas de concreto armado no filtrantes que resistan la carga” .