El mundo de las consignas es realmente inagotable y muy necesario a la hora de impulsar la demagogia propia de gobiernos sin planificación y racionalidad en la producción de bienes materiales necesarios para el disfrute de la población, en general.
Ahora resulta que se descubre una “guerra económica” contra la revolución socialista del siglo XXI como si esto fuera algo novedoso. Hasta las Fuerzas Armadas se convocan en esta más bien riña (desde la tarima) de fin de mundo sin entrar en sus orígenes y sus consecuencias.
Si algo es esencial en este instante es ubicarse en un mundo Global donde si bien se toman decisiones en el ámbito geográfico de la Nación estamos rodeados de millones de kilómetros cuadrados donde la oferta y la demanda se rige por las leyes propias del mercado capitalista y quien ilusamente se aparte de ese patrón sin una economía ajustada al mundo actual sufre los rigores de la escasez, atraso tecnológico e inflación como producto indeseable de ese aislamiento.
El rompimiento con el mundo establecido es un riesgo cuando se trata de países sin una producción diversificada y monoproductores para subsistir en este mundo global. En la medida de la radicalización contra este sistema y el Imperio se obtendrá una desarticulación mayor de nuestra economía respecto a ese mundo exterior donde el Poder del Gran Capital es dominante. No desaparecerá el país como producto del enfrentamiento pero tampoco se desarrollara como potencia económica suficiente para llevar bienestar económico a la población la cual más bien estará sometida a graves problemas derivados de estas situaciones.
La política partidista alejada de la ciencia económica no puede dominar el mercado. Hemos visto en este contexto cómo en nuestro territorio se han presentado soluciones ante los problemas monetarios realmente risibles como el de dividir entre mil para obtener un bolívar fuerte y acabar con la inflación, cuyos resultados saltan a la vista.
La inflación se hizo imbatible y lejos de las políticas de mercado generales a la región sólo se obtiene la mayor tasa inflacionaria del hemisferio. No existe una guerra económica contra la Nación sino una rebeldía por parte de las políticas gubernamentales ante circunstancias existentes que no pueden cambiarse desde una posición aislacionista buscando además mercados (capitalistas) en el Asia, en el Medio Oriente o dentro de los vecinos que siguen la cartilla capitalista.
Ecuador, cuya moneda es el dólar, por ejemplo, busca beneficios para su clase dominante en estas alianzas pero no para desaparecer el capital sino para obtener más capital. Y en general esos países del Mercosur cuando le venden productos a Venezuela lo hacen con precios y políticas económicas establecidas por el modelo capitalista sin ofertas especiales donde cantidad y precio puedan ver mermado su ganancia por la solidaridad con el amigo socialista y el pueblo venezolano.
¿Guerra o riña económica?
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