Time goes by…

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Del Guaire al Turbio

A Cristina Kirchner -las damas primero, aun accidentadas-, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega y otros ilegítimos afines.

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“Si la autoridad se convierte en autoritarismo dictatorial y esta situación se prolonga en el tiempo, se pierde la continuidad histórica, mueren o envejecen los hombres de gobierno, llegan a la edad madura personas sin experiencia para dirigir, y la juventud –inexperta y excitada- quiere tomar las riendas: ¡cuántos males!, ¡y cuántas ofensas a Dios -propias y ajenas recaen sobre quien usa tan mal de la autoridad!” (San Josemaría Escrivá, Surco, 397).

La dedicatoria podría extenderse, incluso en retroactivo, porque si en algo tienen culpa los partidos de los 40 años de democracia en Venezuela, es la de haberse enquistado los viejos dirigentes y cegado el paso a las nuevas generaciones.

Y esto sucede no sólo en la política sino en todo tipo de instituciones. La gente se aferra a los cargos. Unos porque, siendo fundadores, creen que su fundación es propiedad privada. Otros, porque durante su período se logró un gran auge de la empresa y se sienten indispensables. Muy pocos
tienen la inteligencia y la responsabilidad de darse cuenta de que su tiempo ya pasó y es hora de renovar las filas. Porque todos pasamos, tenemos nuestro momento de ser útiles y hacer historia, pero lo años se acumulan, las facultades decaen física y mentalmente, mientras la misión que nos encomendaron necesita siempre de una dinámica joven y emprendedora.

Nosotros llegamos al mundo sin poseer nada y así nos vamos. Toda posesión temporal es un préstamo y la vida misma también, es un tiempo que nos da Dios para darnos la oportunidad de ganarnos aquí el derecho a una eternidad feliz con Él y en Él. Si nos hiciéramos conscientes de esta precariedad de bienes que es la realidad de la existencia humana, otra sería la historia de nuestra sociedad, nuestro país, nuestro mundo. El rechazo de lo que puede atarnos, es más, esclavizarnos, es una de las virtudes indispensable para el armonioso desarrollo de todo empeño constructivo. Prescindir del poder y la autoridad es muy difícil, pero no por eso menos necesario, incluso en los movimientos apostólicos sin fines de lucro. Porque, hasta en las aparentemente desinteresadas labores del espíritu, nuestra miseria humana puede colar un afán mezquino de dominación, de estar en primer plano.

El 4 de octubre celebramos la fiesta de san Francisco de Asís, el santo del despojo total. El desprendimiento absoluto de sus bienes materiales y ese abrazarse a la pobreza, como a su amada, fue realidad y símbolo porque también se despojaba de todo aquello que en el orden del espíritu pudiera apartarlo de Dios. Deshacerse de los lazos que nos atan a opiniones, posturas intelectuales y reconocimiento público, es tan arduo como imprescindible; si no vencemos la vanidad lejos estamos de nuestra meta. Alguien dijo una vez -me lo contaba mamá- para alabarse de su lealtad: “Yo soy consecuente hasta con mis errores”. ¡Vaya consecuencia mala, si los errores es lo primero que debemos erradicar!

Ante mi duda de comprarme algo un poco costoso, una mujer sencilla me dijo una vez: “Cómpreselo, señorita Alicia, que la urna no tiene gavetas”.

Me impresionó, pero no en el sentido que ella lo dijo, sino el de la inutilidad de acaparar y guardar posesiones que no podremos llevarnos al cementerio y, en todo caso, allí no nos servirían de nada. Los tesoros en las tumbas de los faraones sólo sirvieron para el hallazgo y disfrute de los arqueólogos.

Tengo en la mente la canción de Herman Hupfel que luego fue el tema musical de la famosa película “Casablanca”: You must remember this / A kiss is just a kiss, a sigh is juste a sigh. / The fundamental things apply / As time goes by…” *

* (Debes recordar esto / un beso es sólo un beso, un suspiro es sólo un suspiro. / Las cosas fundamentales suceden / mientras pasa el tiempo…)

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